miércoles, 29 de abril de 2009

Contra mi voluntad...

O al menos casi contra mi voluntad... pero los cierto es que me resulta ya inevitable. Lo reconozco: no quería escribir sobre el tema. Ingenuamente esperaba que el asunto se fuese diluyendo y, mientras eso sucedía, guardaría mis palabras, dejaría descansar este espacio. Suficientes cosas tengo que ponerme a hacer. Y es quizá esa presión la que hoy me trae aquí. Porque mientras intento escribir las páginas —las muchas, muchísimas páginas— que me faltan para enviar a Barcelona, en mi mente revolotea el mutado virus y resulta complicado dejar de pensar en él, en su origen, en su amenaza... en las una y mil teorías conspiradoras, tanto las que ocultan una tragedia aún más letal, como las que alertan de estar ante una epidemia más ficticia que todas las creadas por Hollywood juntas. A ratos comprar esas posibilidades ayuda, como ayuda también seguir con pleno convencimiento las nuevas normas sociales (evitar el saludo, ocultar el rostro). Pero he de confesar que contra todo lo que uno se convence en privado, pasar un momento en el espacio público termina por cimbrarlo a uno. Flaquear resulta inevitable. Al menos para quienes somos más débiles de lo que parecemos. Y el miedo nos habita a ratos. Tanto el miedo ante el virus como el miedo ante el complot universal... y más ante, lo que cada vez me parece más viable, una casual y desafortunada coincidencia entre ambos. 

Y mientras escribo me doy cuenta de que hablar aquí era quizá algo que me hacía falta. Inicié estas divagaciones con la firme convicción de no decir nada. Quería dejar las palabras a otros, a voces que he leído y que en su ingenuidad, su insensatez, su optimismo, su catastrofismo, su desconexión, o cualquiera que sea su perspectiva, han dicho cosas que, sin ayudar en principio gran cosa, sin aportar demasiado quizá a la solución —si es que la hay— de la situación que atravesamos, simplemente me han gustado. 

Como José Saramago, quien, esta mañana en su blog, reconociendo no saber «nada del asunto», moraliza sutilmente sobre la industrialización de la naturaleza, con una verdad que más allá de su posible o no validez, como él admite, «no puede ser ignorada».

O Ángeles Mastreta, cuya colaboración con el diario El País recupera con su delicada voz de cronista, la imprudencia de quienes, sintiéndonos inmunes, nos negamos a «imaginar el espanto» y nos hacemos «el favor de no temer». Y gracias a ese artículo, citado en la primera plana de la edición digital del diario español, encontré el blog de Mastreta, que también ya me consuela a ratos en este encierro.

En fin. Que he dicho ya algo y mejor es eso que nada. Y al menos habrá de servir para exigirme ponerme a trabajar en el resto de mis obligaciones, que ellas no saben de virus ni epidemias. Sólo saben de mis ansias por seguir explorando, aunque sea poco a poco, algunos de los tantos misterios y posibilidades que me rodean.

domingo, 26 de abril de 2009

La voz de las audiencias

El Canal Once TV México del IPN, ha tomado una decisión que me entusiasma y me obliga a reiterar mi respeto por una de las pocas apuestas que existen en México por una televisión inteligente. 

Hace unas semanas el canal modificó su programación. Se introdujeron producciones nuevas (algunas muy interesantes) pero, al mismo tiempo, se afectó significativamente a otras que se venían consolidando en su parrilla. Particularmente, llamaron la atención de muchos televidentes tres cambios: el movimiento de horario en el noticiario nocturno, la salida de Conversando con Cristina Pacheco, y el envío de la barra de opinión a un horario absurdo. 

Este último fue el tema que a mí más me decepcionó: programar a las 23:00 horas emisiones que de diferentes maneras venían promoviendo —aunque fuese en un reducido segmento de la audiencia televisiva— la reflexión y la deliberación democrática resultaba inaceptable para muchos. Personalmente, venía siguiendo desde hace tiempo Primer Plano y Espiral; incluso los meses que estuve estudiando en Barcelona aproveché los archivos semanales del Once en internet para seguir disfrutando ambos programas, que hasta hace poco se emitían a las diez de la noche.

La opinión pública se dejó escuchar. Si la decisión de enviar estos programas a un horario que pocos mexicanos podían seguir con atención no era censura, terminaba pareciéndolo. Intelectuales y televidentes «de a pie» buscamos la manera de hacernos escuchar. Algunos enviamos nuestra observación al Defensor de la Audiencia del Once, una figura muy interesante que desde hace unos años introdujo la televisora del politécnico para tomar en cuenta a sus televidentes. 

Finalmente, la nueva dirección del Once escuchó y desde hace unos días empezó a tomar decisiones, que se resumen en un comunicado en estos días. Hace una semana Cristina Pacheco y su público recuperaron su espacio nocturno de los viernes. El noticiario de Adriana Pérez Cañedo se mantiene a las nueve de la noche. Y la barra de opinión se reprograma: Primer Plano queda los lunes a las 21:30 y Espiral el mismo día a las 10:30. 

Estas decisiones de Canal Once abonan sin duda al prestigio que la emisora se ha construido a lo largo de décadas. Y muestran también el valor que en ciertos ámbitos puede tener la participación democrática de una audiencia que se hace escuchar y no se conforma con someterse a las decisiones verticales de los medios. 

viernes, 24 de abril de 2009

Una entrada sobre nada

Desde ayer tenía muchas ganas de escribir aquí. No tenía claro sobre qué ni para qué, simplemente estaba esa necesidad de entrar y dar click a «Nueva Entrada». Pero llegué tarde a casa —tras una extraordinaria presentación performancera de mi hermana— y con la noticia de la suspensión de clases para hoy. 

Así las cosas, una vez atendido lo más urgente del día, abro el blogger para escribir, pero nada me sale. Y con tantas cosas en la cabeza, no dejó de pensar en el tema de moda (léase, la influenza porcina). Pienso entonces en escribir sobre mi escepticismo, pero temo ser leído como un teórico del complot con ganas de escandalizar. Pienso después en escribir sobre mi convicción de pese a todo tomar ciertas precauciones, pero temo ser leído como un apocalíptico amarillista... con ganas de escandalizar. Pienso finalmente en recuperar mi idea inicial de ayer para hablar sobre el Día Internacional del Libro... pero simplemente no se me ocurre qué decir ahora mismo al respecto.

Y así, ahora me pregunto... en vez de estar divagando sobre qué demonios colgar en el blog, ¿por qué diantres no me pongo a trabajar en mis infinitos pendientes? Pues eso, señor@s, a dejarse de escándalos y ponerme a trabajar, que vaya me hace falta.

martes, 21 de abril de 2009

Atrapar el tiempo (II)

«La fotografía repite mecánicamente lo que nunca más podrá repetirse existencialmente». 
Roland Barthes, La cámara lúcida. Nota sobre la fotografía

Durante estas dos semanas lejos de las obligaciones laborales —y cerca como pocas veces de mis obligaciones intelectuales— tuve oportunidad de ponerme al día con algunos de mis pendientes fílmicos. De hecho, las divagaciones publicadas en la entrada de ayer, fueron desatadas por Amator (El Aficionado, 1979), primer largometraje del cineasta polaco Krzysztof Kieślowski

Filip Mosz es un empleado que —en los días en que la posibilidad de atrapar un instante en la cámara de un teléfono móvil era no sólo lejana sino inimaginable— queda cautivado por el poder que le brinda una fascinante cámara de 8 milímetros. Filip tiene un don: no fabrica sus imágenes, filma simplemente lo que ya está ahí. Un don difícil de controlar. Su mirada a través del lente constituye el paso a cierto tipo de inmortalidad, de la que hablaba ayer.

Y mientras, del otro lado de la cámara, su mundo se resquebraja. Pero eso difícilmente importa. Como el mismo Filip declara en cierto momento: “Uno puede necesitar algo más que paz y tranquilidad.”

Apunte. Cierto ángulo de la imagen cinematográfica como forma de embalsamamiento o puente a la inmortalidad me fascinó hace años leyendo un texto de Gustavo García en Letras Libres. Este fin de semana, mientras veía El Aficionado, ciertas metáforas del crítico de cine acudieron prontas a mi memoria.

lunes, 20 de abril de 2009

Atrapar el tiempo

Parece claro que el tiempo es más un invento del ser humano que una realidad objetiva. Hablo al menos del tiempo como lo entendemos habitualmente: ese recurso que empleamos para valorar y emitir juicios sobre los ires y venires de todos los días...

El tiempo en sí mismo es algo tan vacío, tan hueco. Hace falta llenarlo y después marcarlo por doquier para que eso que llamamos «tiempo» cobre alguna clase de sentido. El antes y el después no son per se, sino en la medida que existe para ellos un referente subjetivo, una línea definida arbitrariamente por alguien. 

Es el registro que hacemos —o intentamos— del tiempo —o sobre el tiempo— lo que da sentido a una idea de presente y hace posibles las lógicas de pasado y futuro. Sin ese registro —sin esos millones de registros— que hacemos sobre la «línea» del tiempo, antes y después serían palabras absurdas, carentes de sentido. 

Para muchos —¿para los más?— parece que vivir es llenar el entorno de registros. De marcas que funcionan como parámetros para juzgar, medir, evaluar. Huellas cargadas de soberbia. Aquello que no pasa el filtro de tales medidas difícilmente será aceptado por el «objetivo» mundo que habitamos. Más vale hallar medidas de conversión para esa alegría que ya brota en tu rostro o para esa tristeza que tímida asoma en tu corazón. 

Nos hemos inventado mil y un artefactos para producir tan preciados registros. Para dejar nuestras huellas. Y parecemos necesitarlos cada vez más. Como urgidos de evidencias de aquello que hemos sido. Necesitados de marcas que permitan reconstruir nuestra propia historia. Algunos de tales artilugios intentan burdas copias de la «realidad». Dejan una buena labor de reconstrucción a la memoria. Otros resultan más «fieles» y parecen reproducir tal cual «lo que ha sido». Fue en su momento el caso de la fotografía, quizá ese primer dispositivo que respondía a la posibilidad de atrapar un fragmento de presente «tal cual» es.

Y, sin embargo, pese a la fidelidad de la imagen atrapada —otrora en sales de plata, hoy en bits y pixeles— el punto de vista, el ángulo, las fronteras del lente, terminan haciendo de esa imagen «objetiva» una burda imitación de la realidad. Por más mega-pixeles de resolución que ofrezca el artefacto en cuestión, su resultado no será sino una versión de lo que fue. Y lo mismo podría decirse de la cámara de cine o de video. 

Y a pesar de todas esas limitantes, semejantes tecnologías son hoy, si no lo más cercano al cáliz de la vida eterna, al menos una vía de embalsamamiento, instrumentos para atrapar el tiempo, ya sea en presentación analógica o digital.

sábado, 18 de abril de 2009

Renovarse

Odio los lugares comunes. Y quizá los odio por la frecuencia con que suelo acudir a ellos. Y es que a veces son tan económicos: ahorran palabras y suelen transmitir su mensaje con gran velocidad. (Aunque en ese ahorro se llevan también la riqueza de las palabras necesarias que algunos valoran como si fuesen de ornato, lujos o presunciones prescindibles.)

Todo esto porque iba a iniciar esta entrada con un clásico: «Renovarse o morir». Y no es que haya pensado en sacrificar este espacio —que se me ha vuelto tan indispensable—. Pero quizá el toparme a diario con el mismo rostro —un poco como me sucede en la vida real— ya me estaba saturando. 

Posiblemente por eso decidí no sólo cambiar la imagen del blog, sino también buscar una nueva distribución y «funcionalidad». La modificación más drástica, me parece, es que las entradas aparecen ahora solas; es decir, cuando el navegante virtual recurrente llegue a este blog, se topará solamente con la entrada más nueva. Para compensar un poco este cambio —y no afectar tanto a quienes vienen sólo de vez en cuando— en las columnas laterales aparece una lista con las cinco entradas más recientes. 

Otro cambio tiene que ver con algunos de ustedes, que me leen y a quienes leo. La lista de blogs se había hecho ya tan extensa, que preferí dejar la opción de "los cinco actualizados más recientemente". Finalmente, el menú de etiquetas y el histórico, así como las aplicaciones de «seguidores», quedaron al pie de la página. 

Para usar otro lugar común —creación del arquitecto Ludwing Mies Van Der Rohe—, digamos que intenté seguir la política de «Menos es Más». Así las cosas, ya esperaré los jitomatazos que sean necesarios. 

jueves, 16 de abril de 2009

Recuerdo

Una palabra. Una mirada. Y el pasado vuelve de pronto sin mayores preámbulos. O una parte de él. Fragmentos de realidad envueltos en imágenes tergiversadas por el filtro de la memoria. Y uno revive lo que cree es una pieza del rompecabezas de su pasado. Aunque quizá no se trata sino de una ilusión producida por una curiosa mezcla de nostalgias y anhelos.

miércoles, 15 de abril de 2009

Confusiones

Follow the money...

«Every time you hear about some product that sounds great but just has one strange limitation, follow the money to understand why.»

Cliff Edwards, en Business Week (Noviembre 19 de 2007) en un artículo donde explora el tardío advenimiento de una televisión realmente personal e interactiva.

lunes, 13 de abril de 2009

Ignorancia

De pronto parece que uno se ha quedado sin respuestas. Incluso las preguntas de siempre, esas para las cuales uno tenía respuestas tan claras que parecían ensayadas (o más que incluso, sobre todo esas), se han ido topando con el silencio como única reacción. ¿Acaso no hay ya elementos para hacer frente a las interrogantes, las nuevas como las de siempre? ¡Por supuesto que los hay! Pero parecen tan desarticulados, tan sin pies ni cabeza, que les cuesta trabajo salir a la luz. Dentro se cultivan y crecen, se reproducen y se realimentan entre sí con una fuerza sorprendente. Y, sin embargo, al momento de tocar eso que solemos llamar la punta de la lengua, tímidos emprenden la retirada. Parece bastarles con saberse vivos y desprecian la posibilidad de ser compartidos. Quizá porque aquellas ideas que, pioneras en esta aventura, se atrevieron a cruzar tal umbral, no fueron muy bien recibidas. Ni falta que les hacía semejante exposición al vituperio. Y así, las nuevas respuestas a las preguntas de siempre parecen satisfechas con la conciencia de ser, sin aspirar a ninguna clase de reconocimiento; saben que a ratos han de actuar como si no existieran. Y no parece inquietarles ser suplantadas por el silencio disfrazado de ignorancia.

sábado, 11 de abril de 2009

Posibilidades

«Negar que una suma de pequeños hechos, debidos a la iniciativa humana, puedan modificar la naturaleza de un sistema, significa negar la misma posibilidad de alternativas revolucionarias, que se manifiestan sólo en un momento dado a consecuencia de la presión de hechos infinitesimales, cuya agrupación (incluso puramente cuantitativa) estalla en una modificación cualitativa.»

Umberto Eco, Apocalípticos e integrados

Mientras intento estructurar mis ideas, me topo con este frase del italiano Umberto Eco. Viene estupendamente al documento que intento escribir. Pero al mismo tiempo viene bien a muchas de las cuestiones pendientes —los sueños, las esperanzas, la indignación, las ansias de transformación— que flotan en mi interior.

viernes, 10 de abril de 2009

All you need is...

Hace más de una década, mis hermanos y yo esperábamos cada año la oportunidad de asistir al Auditorio Nacional convertido en cine para atestiguar el estreno de las entonces más recientes producciones veraniegas de Disney. Eran las épocas de El Jorobado de Notre Dame o Hércules. La experiencia era divertida y memorable por muchas razones; a la distancia, creo que una de las más poderosas era la experiencia cinematográfica de casi diez millares de espectadores reunidos en un mismo foro. Algo semejante me emocionó recientemente con las transmisiones desde el Met de Nueva York, con el añadido de que se trataba de emisiones en vivo. 

Ahora, el Auditorio y la Cineteca Nacional desarrollaron la idea de proyectar estas vacaciones un par de ciclos en la pantalla gigante del coloso de Reforma, con el título Cine a todo volumen. Por las mañanas, cintas animadas de los últimos años. Por la tarde, "Musicales del Siglo XXI", que ayer arrancaron con Across the Universe. La experiencia fue genial. Por $25 pesos de entrada general (y $20 pesos de tiempo ilimitado de estacionamiento), uno puede disfrutar una proyección de gran calidad con sonido impecable y "a todo volumen". 

Yo no había visto la película de la extraordinaria Julie Taymor. Había escuchado sobre la misma, sabía que se había vuelto para muchos en una cinta casi de culto y estaba al tanto de que su banda sonora, hilvanada con canciones de The Beatles, se había convertido en un acontecimiento. Y ayer pude corroborar el porqué de todo ello. Una película para gozar una y otra vez, explorando el universo visual y musical fabricado casi artesanalmente por la visionaria directora, recordándonos por enésima ocasión que "todo lo que necesitas es amor..." ¡Y contemplada además en compañía de miles de personas! (Cierto, ni de chiste las 10 mil que caben en el Auditorio Nacional, pero los suficientes como para sentir la magia de compartir con un sinnúmero de desconocidos la catarsis fílmica.) La imagen y el sonido del recinto, me hicieron comprobar una vez más —como si acaso me hiciera falta— por qué el cine siempre será el cine, por más alta definición que uno pueda tener en el televisor de casa. 


Para quienes tengan oportunidad, en los próximos días se proyectarán The Phantom of the Opera, Chicago, Mamma Mia!, Hairspray, Dreamgirls y —¡oh sí!— Moulin Rouge. El programa exacto para ambos ciclos (animación y musicales), disponible aquí

martes, 7 de abril de 2009

Se dice fácil...

Aquí sigo, en medio de mis infinitas dificultades para asignar prioridades y poner orden en mis quehaceres, recuperando mis proyectos de investigación que ya comenzaban a enmohecerse y encontrando, una vez más y seguramente no por última, lo fácil que es decir y lo difícil que resulta hacer. Entre tanto, lento pero seguro, ando leyendo La caverna, una vieja novela de José Saramago que estaba arrumbada en uno de mis rincones. Anoche me topé en sus páginas con uno de esos textos que de pronto explican con inmejorable lucidez lo que uno anda sintiendo o pensando, de modo que, así, sin más, aquí las comparto...
«Autoritarias, paralizantes, circulares, a veces elípticas, las frases de efecto, también jocosamente llamadas pepitas de oro, son una plaga maligna de las peores que pueden asolar el mundo. Decimos a los confusos, Conócete a ti mismo, como si conocerse a uno mismo no fuese la quinta y más dificultosa operación de las aritméticas humanas, decimos a los abúlicos, Querer es poder, como si las realidades atroces del mundo no se divirtiesen invirtiendo todos los días la posición relativa de los verbos, decimos a los indecisos, Empezar por el principio, como si ese principio fuese la punta siempre visible de un hilo mal enrollado del que basta tirar y seguir tirando para llegar a la otra punta, la del final, y como si, entre la primera y la segunda, hubiésemos tenido en las manos un hilo liso y continuo del que no ha sido preciso deshacer nudos ni desenredar marañas, cosa imposible en la vida de los ovillos y, si otra frase de efecto es permitida, en los ovillos de la vida.»

viernes, 3 de abril de 2009

Imaginación, sufrimiento, luz y amor...

Rebellion, revolution, don't need dollars
They need this instead
Imagination, suffering, light and love
And care for every human being

The Ballad of Sacco & Vanzetti,
Letra de Joan Baez, Música de Ennio Morricone

Siguiendo con mis héroes, el inigualable Morricone. Escuchar su música es siempre reconfortante, un modo innegable de vivir ese gozo del que habla Sabato y que ayer yo citaba aquí mismo. Anoche, mientras trabajaba, puse una vez más de fondo musical el Arena Concerto del maestro Morricone. Y esta vez me detuve particularmente con la balada de Sacco y Vanzetti, en la interpretación vocal de la enorme Dulce Pontes. Y, por primera vez, me detuve a revisar con detenimiento la letra de esta pieza. Todo, la música, la interpretación, el mensaje... excepcional, sin más.

jueves, 2 de abril de 2009

Resistiendo

«Tenemos que reaprender lo que es gozar. Estamos tan desorientados que creemos que gozar es ir de compras. Un lujo verdadero es un encuentro humano, un momento de silencio ante la creación, el gozo de una obra de arte o de un trabajo bien hecho. Gozos verdaderos son aquellos que embargan el alma de gratitud y nos predisponen al amor.»

Ernesto Sabato, La Resistencia

Tal y como adelantaba anoche, he buscado —y encontrado— momentos de luz y serenidad acudiendo a algunos de mis héroes personales. Y el primero en aparecerse fue mi tocayo, el argentino Sabato, a quien ya en otras ocasiones he citado en mis ventanas digitales (por aquí y por acá). 

Echar un vistazo a La Resistencia es siempre garantía de una balanceada dosis de realismo —diagnóstico muchas veces atroz del mundo que habitamos— con esperanza —fundada en la convicción de lo posible y lo humano, lejos de la ingenuidad o el optimismo rosa que más que esperanza es evasión—. 

Y aquí voy, a punto de cerrar una semana importante. Preparado para iniciar una que resultará, por muchas razones, fundamental, determinante.

miércoles, 1 de abril de 2009

Seguir adelante

Inside my heart is breaking
My make-up may be flaking
But my smile still stays on

Queen, The show must go on

Siempre he dicho que este trabajo —el de docente— tiene mucho de payaso de circo: más vale pintar una sonrisa en el rostro antes de saltar a la pista del salón de clases. Siempre he dicho que el optimismo es ingrediente necesario para dedicarse a esto de la educación. Pero en medio de mis infinitas contradicciones, confieso que no siempre se tiene una sonrisa a la mano y que en ocasiones una buena dosis de realidad es necesaria para no perder el piso. Y a eso, súmese la melancolía que caracteriza mi temperamento y que, de vez en cuando, se apodera de mis músculos y dificulta dar ciertos pasos. En esas andamos. Es evidente que el estrés, el ajetreo cotidiano, mis eternas dificultades para organizar ciertas cosas y asignar prioridades, me traen atarantado. En momentos así, me resulta vital mirar hacia algunos de mis héroes, esos personajes en cuyas palabras puedo encontrar refugio; y como parte de la catarsis que este espacio permite, ya iré soltando una que otra frase de esas con las que espero toparme en esta búsqueda aleatoria.