jueves, 26 de febrero de 2009

Visión

Frecuentemente se cuestionaba acerca del sentido que tenían algunas de sus iniciativas; se interrogaba sobre las posibles causas de lo que —al menos en su perspectiva— eran rotundos fracasos en ámbitos donde el éxito parecía inevitable; invertía largas horas en encontrar el origen de esos tropiezos que pronto se convertían en pesadas cargas morales. Y siempre esas divagaciones terminaban en profundos silencios. O en señales contundentes que sus sentidos rechazaban admitir.

Hasta que una tarde, mientras caminaba intentando neutralizar la razón y dejar la mente en blanco —actividad que emprendía con cierta regularidad mas con escaso éxito—, tuvo una visión que explicaba su innegable sentimiento de frustración: nadie le había pedido que hiciera cuanto hacía; más aún: sus esfuerzos eran incluso incompatibles con las expectativas de esos a quienes creía ayudar. Recordó en ese momento de iluminación la historia de Iwri y las catacumbas de Misraim. Cierto, en este caso la leyenda no permitía establecer un paralelismo puntual, pero resultaba práctica para destacar la inutilidad de sus esfuerzos. Al fin y al cabo, pretendía ayudar donde nadie había solicitado su ayuda. Y, más allá de si sus intenciones eran buenas y sus fines legítimos, estaban de por medio las aspiraciones, creencias y convicciones de los otros. 

Era necesario, pues, aceptarlo con humildad ya que, ¿quién es uno para imponer sus ocurrencias a los demás? 

lunes, 23 de febrero de 2009

Está escrito

Mucho se ha dicho —y más se dirá después de los Oscar— acerca de Slumdog Millionaire. La vi el sábado y me pareció simplemente sensacional. Intensa, vertiginosa, provocativa. Algo de nuestra sociedad dice el hecho de que la cinta esté siendo tan aclamada por los críticos y tan aplaudida por el público a lo largo y ancho del mundo. El impacto que ha tenido ese mundo poblado de seres marginales y marginados, cuya odisea es coronada con singular optimismo, puede sin duda leerse como síntoma de las necesidades de nuestro tiempo. 

La película tiene lo suyo, sin duda. Unos protagonistas entrañables se desplazan en la pantalla bajo el cobijo de los mejores oficios de Danny Boyle: una poderosa banda sonora —con el inigualable toque de Bollywood—, una cámara que se convulsiona —pero que sabe detenerse cuando hace falta—, una vertiginosa —e impecable— edición; todo ello, para aderezar una serie de secuencias que sin duda pasarán a la colección de esos momentos inolvidables del cine (como cuando el pequeño Jamal consigue obtener el autógrafo del ídolo cinematográfico de la India, o cuando se convierte en guía de turistas en el Taj Mahal, o cuando siendo adolescente y con la ayuda de Salim consigue rescatar a Latika...).

No me atrevo a decir que se trata de la máxima joya cinematográfica de 2008. No he visto el resto de las cintas que compitieron con ella para los premios de la Academia. Sin duda se trata de una pieza muy bien lograda, con significativas luces... una de esas películas que da gusto ver para disfrutar, reflexionar y explorar el cine no solo como medio de entretenimiento, sino como toda una manifestación artística. 

Pese a todo, que conste en actas que en mis Óscares personales, la lista de nominaciones hubiese sido distinta, incluyendo en la competencia a Revolutionary Road, The Dark Knight y —mi particular galardonada como mejor film de 2008— Wall•E.

Apunte. El Oscar para Penélope Cruz me dio mucho gusto. Me dicen —y lo creo firmemente— que el trabajo de las nominadas por Doubt es extraordinario y que, en particular, Viola Davis merecía el premio. A reserva de comprobarlo, pues me urge ver esa película por mil razones, el galardón de Pe me entusiasma porque en cierto modo reconoce un extraordinario film de Woody Allen —quien además, como bien dijo la actriz en su agradecimiento, se ha caracterizado por escribir maravillosos personajes femeninos—.

viernes, 20 de febrero de 2009

Silencio

Quienes lo conocían quedaban al instante cautivados por su silencio. Suponían que sólo una inmensa serenidad o alguna suerte de secreto espiritual podía ser el soporte de semejante actitud. ¿Qué iluminada visión de la naturaleza humana, si no, podía estar detrás de la paz que irradiaba?

Ignoraban que, desde su ya lejana infancia, las palabras de su madre habían quedado tatuadas para siempre en su alma: «Si no tienes nada bueno que decir de alguien, mejor quédate callado». 

jueves, 19 de febrero de 2009

¿De qué están hechos?

Esta es la pregunta que inevitablemente me produce estar ante ciertos hombres y mujeres. ¿Qué fibras los componen que les hacen ser quienes son? ¿De dónde se desprende la energía y la paz que emanan? 

Anoche tuve la oportunidad de escuchar a unos de estos hombres: Lech Walesa, Premio Nobel de la Paz 1983, quien ofreció una ponencia magistral en el marco de la Semana ORT. Los primeros treinta minutos fueron una serena y profunda reflexión sobre el mundo que tenemos a partir del derrumbamiento del bloque comunista; la primera idea que transmitió fue impresionante: describió la tristeza que le produce reconocer que el movimiento —del que fue pieza fundamental— que hizo posible acabar con un régimen opresor e inhumano, dejó al mundo entero en manos de un modelo único, sin auténticos contrapesos. La inminente globalización que hoy vivimos está vacía, señala contundente Walesa, carece de programa y estructuras. Sin ofrecer soluciones mesiánicas, el líder polaco deja ver claramente cuál debería ser, desde su perspectiva, el valor sobre el cual habría de sustentarse un auténtico y humano proyecto de globalización: la solidaridad.

La segunda parte del encuentro estuvo orientada por las preguntas de algunos asistentes, que fueron pauta para nuevas reflexiones de un Walesa que se mostró en todo momento sonriente y de buen humor, recordando con sus palabras que no tiene sentido esperar recetas mágicas para los problemas el mundo, y dejando claro el papel que en su visión tiene la responsabilidad particular de cada individuo. 

Hacia el final de su intervención, Walesa subrayó una idea que minutos antes había expuesto, al ser cuestionado sobre los elementos que serían necesarios para emprender grandes transformaciones. En su vida, estos aspectos han sido dos: la Fe en Dios y la Fe en lo que uno está haciendo. «No soy un santo», dijo sonriendo. «Cometo pecados. Cuando caigo, me levanto. Y no me alejo mucho de Dios.»


Apunte. A lo largo de tres días tuve oportunidad de escuchar diferentes conferencias en torno a los temas de valores y diversidad en educación y sobre la necesidad de una transformación en esta materia. En estos días intentaré compartir algunas de mis notas y reflexiones en mi blog sobre pedagogía, De-Formación Docente.

lunes, 16 de febrero de 2009

Así

«No tratar de no sufrir ni de sufrir menos,
sino de no alterarse por el sufrimiento.»

Simone Weil
La gravedad y la gracia

De eso se trata. Así de simple. Así de complejo. Así.

viernes, 13 de febrero de 2009

Ajonjolí

Desde el lunes por la tarde me sentí como si fuera viernes. Y así fue el resto de la semana. Una mítica pregunta sintetiza el infinito de ideas que me han dejado exhausto estos días: ¿Quién me manda? 

¿En qué endemoniado momento se me ocurre involucrarme en tantas cosas? ¿De dónde surgen estos impulsos a meterme en todas partes? Lo que no me corresponde, me lo adjudico de facto. Digo que "sí" con una facilidad espantosa. Y el problema es que todo eso que acepto integrar a mis quehaceres pronto me entusiasma y se convierte en necesidad ineludible. 

Clases en preparatoria, sesiones con pequeños de 5to y 6to de primaria, ensayos de teatro, avances en nuestro Modelo de Naciones Unidas, preparación de tantos otros proyectos... paralelamente mis inseparables e infinitas lecturas —personales, para el colegio, para el doctorado...—. Más todo lo que aparente ser insignificante y todo eso que se acumula con el correr de los días. 

Así ando, metiéndome en todos los moles. Sintiéndome ajonjolí. 

miércoles, 11 de febrero de 2009

Identidad digital

«So identity formation among Digital Natives is different from identity formation among predigital generations in the sense that there is more experimentation and reinvention of identities, and there are differente modes of expression, such as YouTube and blogging.»

Born Digital es el título del libro que me traigo entre manos —y ojos— en estos días. A través de sus reflexiones, los autores exploran el comportamiento, las motivaciones y las operaciones de los Nativos Digitales: esa generación que ha nacido ya en medio de las computadoras; niños y jóvenes que hoy no son capaces de imaginar un mundo sin internet, un trabajo escolar sin Google o Wikipedia, o una amistad sin Facebook, Hi5 o MySpace; niños y jóvenes a lo largo de buena parte del mundo —aunque representando todavía una minoría de la población— cuyas vidas poseen un esencial componente digital. Sus reflexiones alcanzan también a los Inmigrantes Digitales: los que, pese haber nacido antes del desarrollo acelerado de las tecnologías informáticas, hemos ido entrando a ese mundo y adoptando sus lenguajes y herramientas.

Llevo apenas dos capítulos, pero no podía resistir la tentación de compartir aquí algunas ideas que han dado pauta a un sinfín de divagaciones. El primero en particular me ha producido mucho entusiasmo, al colocar una vez más sobre la mesa de mis reflexiones el tema de la identidad y el impacto que estas tecnologías pueden tener en semejante ámbito.

Con un lenguaje sencillo y una visión casi siempre equilibrada, los autores advierten a la par peligros y oportunidades que entrañan las tecnologías digitales. Así, señalan la inestabilidad y la inseguridad que se reflejan en los procesos de elaboración de la identidad de las personas, al tiempo que reconocen en estas herramientas una oportunidad de experimentar y poner a prueba diversas posibilidades. 

Paradójicamente, observan, parecemos tener mayor control sobre nuestra identidad, cuando realmente poseemos mucho menos. Al mismo tiempo, nuestras diversas identidades —que siempre han sido diversas, incluso en los viejos tiempos— tienden a converger ante el observador o agente externo a nosotros, con más facilidad que antes de la era digital. 

La visión general de la obra no es catastrofista, pero tampoco peca de un triunfalismo ciego. Si bien por momentos sus planteamientos pierden el equilibrio en una u otra dirección (sobre todo en la segunda), procuran mantenerse en la línea de la tesis planteada en su introducción.
«We are at a crossroads. There are two possible paths before us—one in which we destroy what is great about the Internet and about how young people use it, and one in which we make smart choices and head toward a bright future in a digital age. The stakes of our actions today are very high. The choices that we are making now will govern how our children and grandchildren live their lives in many important ways: how they shape their identities, protect their privacy, and keep themselves safe; how they create, understand, and shape the information that underlies the decision-making of their generation; and how they learn, innovate, and take responsibility as citizens. On one of these paths, we seek to constrain their creativity, self-expression, and innovation in public and private spheres; on the other, we embrace these things while minimizing the dangers that come with the new era.»

La introducción casi completa está disponible aquí, como parte del sitio web del libro.

martes, 10 de febrero de 2009

Segundas Temporadas

Hace poco más de un año descubrí la blogósfera y no tardé en quedar atrapado en sus redes. Inicialmente quise experimentar con un blog dedicado a mi actividad profesional: la educación. Surgió así un espacio que bauticé Desarrollo Académico. Simultáneamente arranqué mi blog personal, Ernesto en Barcelona. Entusiasmado por mis exploraciones en estos territorios digitales, en febrero del año pasado inicié un blog que pretendía ser espacio para confrontarme con una serie de recién descubiertas inquietudes existenciales. Nació así Tras Alicia. Los tres proyectos fueron avanzando a lo largo del año, con mayor o menor dedicación. Hacia el verano, Desarrollo Académico perdía fuerza, pues el impulso que me había llevado a iniciarlo entró en conflicto con una serie de nuevas perspectivas pedagógicas que fueron desarrollándose en mi interior; de alguna manera, mis nuevos paradigmas me parecían incompatibles con el enfoque inicial de ese blog. Al mismo tiempo, mi mala organización y falta de perseverancia —mezclado con una aparente falta de lectores— me hicieron ir abandonando Tras Alicia, un proyecto al que le tenía mucho afecto y que, sin embargo, me parecía como una voz en el desierto.

Hace un par de semanas, mientras revisaba unos documentos me topé con un texto que me sirvió de pretexto para resucitar mi blog sobre pedagogía; para esta nueva etapa, decidí cambiar no sólo el nombre del mismo sino también su dirección: así nació De-Formación Docente. (Aunque el cambio de enfoque es significativo, se conservan en la nueva dirección todas las entradas del ahora extinto Desarrollo Académico.)

Ayer por la tarde, mientras reflexionaba sobre las clases que había dado en la mañana, decidí también que era momento de recuperar mi blog de confrontación con el mundo que vivo, y así hoy arranca Tras Alicia 2.0

Ambos resurgimientos me entusiasman. Y, aunque ando con mil cosas por hacer, me propongo mantener vivos estos espacios que, de alguna manera, ayudan a canalizar mucho de lo que cruza mi mente. Así, comparto contigo el inicio de estas nuevas temporadas. Por allá te espero de vez en cuando.

lunes, 9 de febrero de 2009

Divagaciones: Luz y Oscuridad

El mundo es sin duda un lugar oscuro. La duda, la incertidumbre, el misterio nos rodean. Y en medio de las tinieblas, de vez en cuando aparecen sutiles pero poderosos rayos de luz. Volvemos la mirada hacia aquellos rincones que instantes antes habían sido dominados por las sombras. Rincones en el alma y rincones allá afuera en los que uno solía perderse o buscar inútilmente refugio. Y en esos mismos recovecos encontramos pequeñas revelaciones. En breves destellos descubrimos motivos suficientes para —una vez que la oscuridad se apodere nuevamente de todo— seguir adelante. Conscientes de que esos momentos de resplandor, por insignificantes que a veces nos parezcan, son motivo suficiente para seguir haciendo nuestro camino. 

jueves, 5 de febrero de 2009

Memoria

¿Cómo se construye la memoria? ¿De qué están compuestos los recuerdos? ¿Cómo un mismo estímulo puede convertirse en detonador de las más diversas evocaciones? Resulta apasionante el modo en que un mismo acontecimiento, al ser filtrado a través de distintas mentes, puede originar imágenes de la más variopinta naturaleza. 

martes, 3 de febrero de 2009

Varia

  • La recaída descrita en mi más reciente entrada fue producto de un tremendo estrés. En las dos semanas previas se acumularon complicados imprevistos sin precedentes en cuanto a su mezcla de cantidad e intensidad. Así las cosas, la oscura bebida se convirtió en un necesario refugio. Pero fue una y hasta ahí.
  • Ayer hace una semana que terminé de leer Grandes esperanzas, de Dickens. Me pareció simple y sencillamente fascinante. Sus casi seis centenares y medio de páginas resultaron un estimulante alimento durante varios días. Difícil plasmar en unas cuantas líneas mis impresiones. Quizá más adelante, cuando la historia de Pip y Estela esté más procesada en mi interior —y cuando tenga menos pendientes esperando en el escritorio— tenga oportunidad de vaciar aquí un par de ideas al respecto.
  • La semana pasada tuve oportunidad de ver una auténtica pieza en celuloide: Grace is gone (en México, Una muerte inesperada), el drama de un padre que busca la manera de compartir con sus hijas que su esposa—madre ha muerto, víctima de una guerra que nadie entiende. Si bien ambas versiones de título adelantan ya de golpe el conflicto de la trama, la versión en español pierde toda la poesía del original. Nunca entenderé en qué se basan las distribuidoras para asignar los títulos en castellano a películas filmadas en otra lengua.
  • Pero el premio de la temporada a los títulos sin sentido se lo lleva Sólo un sueño. La cinta dirigida por Sam Mendes es una joya de principio a fin. Por más que me rompo la cabeza, no comprendo de dónde el poderoso título Revolutionary Road (que hace referencia a la calle donde viven los protagonistas y al mismo tiempo evoca una serie de contrastes que empapan toda la cinta) se convierte en una frase tan cursi y ridícula, que además encierra una lectura tendenciosa de la trama. Lo cierto es que la película es extraordinaria. Y me veo obligado a reconocer que Di Caprio, quien en los últimos años venía ganando poco a poco mi reconocimiento, consigue aquí mi profunda admiración.
  • En días recientes, Liz tuvo a bien otorgar a este espacio el Premio Blog Destemido. No tengo del todo claro qué precisamente busca reconocer semejante premio en un blog. El neologismo suena sin duda a algo que no teme o no produce temor, incluso me remite a la idea de lo temerario. Agradezco a Liz la deferencia y, siguiendo las políticas de tales premios, decido otorgarlo a dos de mis destemidos espacios favoritos: la bitácora de mi compadre JuanPa y la canasta de huevos de la Diva Cordero. Pasar o no pasar el premio, ya es cosa de cada quién; la verdad soy medio enemigo de producir en otros ese sentimiento de obligación, así que me conformo con agradecer el premio y abrazar —aunque sea vía digital— a mis amigos JuanPa y La Cordero.
  • And last, but not least... Impartir la clase de Ética y Valores a los chicos de cuarto de preparatoria se está convirtiendo en uno de los momentos más motivadores de la semana. Una extraordinaria oportunidad para renovar energía y poner a prueba algunas de las ocurrencias más recientes que flotan en mi mente.