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domingo, 28 de febrero de 2010
Vértigo (II)
Los últimos días han sido dominados por el vértigo. [Tengo la impresión de ya haber comenzado así alguna entrada alguna vez. Ni idea.] Vértigo en todas partes. Acaba una semana en la que apenas me habré dedicado a mí mismo unos instantes. Pocos, pero valieron la pena. Lo cierto es que no me alcanzaron para venir aquí y contar tantas cosas que quisiera compartir. Desde mis crisis laborales hasta mi rescate la mañana de ayer al comenzar un curso de Diseño Curricular en Salamanca. Rescate que merece ser descrito con detenimiento en cuanto pueda. Ayer otra bocanada de aire en mi visita relámpago al DF para el concierto de Alejandro Sanz para festejar el próximo cumpleaños de M. Inolvidable. Lo he visto en cada gira desde hace más de diez años. Pero anoche fue simplemente inolvidable. Esta mañana a primera hora volví al Bajío para la kermés del Colegio. Llegué poco después de las 10 y hace un rato salí apenas. Escribo esto mientras disfruto mis primeros diez minutos continuos sentado desde que me bajé del auto esta mañana. Me seguiría, pero tengo cuadernos que calificar y una presentación por terminar para mi junta de mañana temprano. Una reunión que durará cinco horas y que debería ser determinante para imaginar mis próximos tres años. Veremos.
lunes, 25 de enero de 2010
Varia
Llevo muchos días sin detenerme aquí. Días anotando frases por doquier y grabándome mensajes de voz recordatorios para posibles entradas. Son cerca de las once de la noche y, aunque estoy exhausto —como cada lunes de estos que comienzan a las tres y media de la mañana— me decido a soltar algunas cosas aunque sea en formato de telegrama.
- De libros y moralinos... En esta zona del país hablar de venta de libros es referirse a Librerías Gonvill. El viernes escuchaba una entrevista con Elena Sevilla, quien relataba que en esta cadena se negaban a vender sus novelas De chica quería ser puta y De princesa a perra, por considerar que sus títulos no eran aptos para la gente decente que frecuenta sus establecimientos. Cuando preguntó por qué sí vendían Memoria de mis putas tristes de García Márquez le dijeron que cómo se comparaba con el Nobel. En fin, Gonvill sería algo así como la versión en librería de la Farmacia Guadalajara.
- Del camino... Durante seis meses he recorrido más de 20,000 kilómetros de carretera. Dos cosas me vienen a la mente cada fin de semana que vengo o voy. Primero, este país entero está en obras, en reconstrucción permanente; no deja de ser una potente metáfora de los tiempos que vivimos. Segundo, ¿por qué demonios nadie en México se siente digno del carril de la extrema derecha? (Y hablo literalmente, sin connotaciones ideológicas, por supuesto.) Sucede que cuando uno tiene tres o hasta cuatro carriles de autopista para transitar, el carril destinado a tránsito pesado va siempre vacío: trailers, autobuses y carcachas se rebasan unos a otros ignorando la existencia de ese virgen carril. Y luego se quejan de que uno se desespere y termine rebasando por la derecha.
- De cine... Este fin de semana me eché doble función de cine, con ganas de recuperar el promedio después de un año en que inexplicablemente me mantuve lejos de las pantallas. Gocé plenamente Up in the air: una de esas delicias para recordar que el cine puede ser divertido, inteligente, original y artesanal a la vez. Inevitable por momentos verme reflejado en el solitario protagonista sin hogar para luego volcarse sobre la metáfora de lo que uno lleva en su back-pack. Excelente, pues. Y luego repetí la de Sherlock y me divertí nuevamente como enano, qué le vamos a hacer, esas son las pelis que me gustan. [Por si quieren buscar Up in the air en la cartelera, se exhibe como Amor sin escalas, pero, por favor, hagan como si nunca hubieran leído semejante bodrio de título, simplemente porque no tiene sentido.]
- ... Y de retrogradas... En general, no me gusta meterme en política. Al menos no en este espacio. No me identifico con ninguna corriente en particular y a veces me califican de volátil o inconsistente. Pero hay cosas que de plano me prenden. Como ésta. En días recientes el Partido Acción Nacional del Distrito Federal organizó un sondeo que —sin ningún rigor metodológico, por supuesto— pretende demostrar que la gente se opone a los matrimonios entre personas del mismo sexo y a la posibilidad de que estos adopten hijos. Más allá de lo que la gente opina —cosa que, por cierto, se puede analizar con más seriedad en numerosos sondeos— me encabrita la tercera pregunta de su ridículo ejercicio: "¿Cree usted que un niño adoptado por homosexuales sería víctima de discriminación por parte de sus compañeros de escuela?" Podrán estar a favor o en contra del asunto, y seguro tendrán sus razones. Pero lo que me enoja de la pregunta es que parte de un criterio absurdo: evitar que un niño sea adoptado es evitar que lo molesten sus compañeros. Siguiendo ese criterio, no deberíamos evitar sólo que las parejas del mismo sexo adopten, sino prohibir también que los niños sean gorditos, que a un niño no le guste jugar soccer, que los niños usen lentes... ¡Imagínate! ¡Si permites que tu hijo use gafas corre el riesgo de ser acosado por cuatro-ojos! Me explico: detrás de una pregunta tan pendeja (creo que es la primer "palabrota" en mi blog) está una concepción que niega el respeto a la diversidad y propone en su lugar promover la homogenidad: ¡que todos sean iguales para que nunca los molesten por diferentes!
Me quedo con algunas para más adelante en la semana: algo más de cine, algo más de lecturas... En una de esas, algo más sobre mí.
domingo, 4 de octubre de 2009
Varia
Siguiendo una ya casi tradición involuntaria, la primer entrada del mes será un poco de chile, mole y pozole, a fin de no dejar saldos pendientes y, además, no correr el riesgo de que el ajetreo de la semana produzca una mayor acumulación de ideas por compartir.
- París. Hay sitios ante los que la indiferencia es prácticamente imposible. La capital francesa es uno de ellos. Es algo en el aire, algo en la energía acumulada en sus calles a lo largo de siglos de historia. De ninguna manera pretendo idealizarla. Ya alguna vez he hablado sobre las paradojas que encierra para mí la Ciudad Luz. Más allá de los casi inevitables lugares comunes, París es una provocación. Esta vez fueron menos de 48 horas. Y la ciudad no fue la protagonista, por supuesto. Pero sí fue silencioso y poderoso testigo de un entrañable encuentro con mi hermana J, quien a su vez me permitió reencontrarme con parte de mí, con una de esas dimensiones que uno archiva e incluso llega a olvidar, pero que brota con intensidad en cuanto se roza la fibra adecuada. Me cuesta mucho poner en palabras lo que significó ese par de días, pero he de decir que ahí se sembró al menos uno nuevo de esos puntos de inflexión en la gráfica de mi vida. Nunca alcanzará para agradecer, como siempre, a J como al resto de mis herman@s, lo mucho que me enseñan y alimentan todos los días. Es difícil describir la experiencia de aprendizaje que día con día me brindan l@s cuatr@, haciendo que la edad se desvanezca, convirtiéndome —a pesar de lo que digan las actas de nacimiento— en un bendecido «hermano menor» que gracias a ell@s crece un poco más cada día.
- Montserrat. Me refiero a la montaña que alberga a la patrona de Catalunya. Esa montaña que he tenido la suerte de recorrer ya varias veces. Esa montaña que en dos años se ha convertido ya en un referente indispensable en mi vida. Hablaba hace unas líneas de puntos de inflexión. Los seguidores más «antiguos» de mis blogs han leído ya al respecto. En verano del año pasado publiqué una entrada sobre el agradecimiento, donde hacía referencia concretamente a la experiencia legada por esa mística montaña. Pronto será un año de mi primer ascenso a la cima. Poco después, regresaría con J a ese lugar, semanas antes de volver a México. En estos días difíciles por los que atravieso, no está nada mal reencontrarme con mis propias palabras, como mensajes enviados hacia el futuro, para momentos como éstos. Cito un fragmento:
«[...] pensé en esa imagen ante la que me rendí a las pocas semanas de mi llegada a este país... la imagen del sol en la montaña [...]... Ahí, en Montserrat, viví una de las místicas experiencias con las que iniciaría esta travesía. Ahí, hice un resumen de mí mismo y agradecí a Dios (mirándolo de frente bajo ese resplandeciente sol) el sinfín de bendiciones que ha puesto en mi camino a lo largo de toda mi vida. Aquellas que he comprendido a tiempo y también las que no he sido capaz de reconocer en su momento. Aquellas que habrían de venir (y han seguido llegando) y las que seguro están todavía en el camino.En general, toda mi vida he intentado tener presente ese sentido de agradecimiento. Seguro que hay días en que el ajetreo me hace pasarlo por alto. Pero siempre es buen momento para hacer una pausa, echar un vistazo atrás, agradecer... y continuar.
- Abuela. Y siguiendo con aniversarios, mañana se cumple el primero de la partida de la abuela. Hoy particularmente la eché mucho de menos. Cosas de la vida. Fueron simplemente unas ganas de ver su rostro. De recibir una dosis de la fortaleza que siempre le admiré. ¿De qué estaba hecha esa mujer? Igual que mis abuelos maternos que todavía se acompañan uno al otro en esta tierra. Ahora que cada semana cruzo unos cuantos centenares de kilómetros de carretera, la recuerdo dándome su bendición antes de cualquier viaje. Sé que en mis nuevas travesías me acompaña. Igual que a tod@s sus niet@s y bisniet@s.
- Creer. Murió Mercedes Sosa. Alguna vez tuve la suerte de escucharla en directo. Una de esas presencias poderosas, que irradian una energía peculiar. Y una voz sobre la cual no tiene sentido decir gran cosa. Basta volver a escucharla. Fue en aquel ya lejano concierto donde me enamoré del credo compuesto por Silvio Rodríguez. La trova no es muy lo mío, lo reconozco, pero algo encontré en esa canción que hasta entonces me era desconocida. Algo que a la fecha me hace estremecer cuando la escucho, particularmente en la voz de la Negra cantora.
lunes, 7 de septiembre de 2009
Puesta al día
Ya ha transcurrido la primera semana del mes y yo sin dar señales de vida por este espacio. Ya se sabe, no han faltado las ganas, sino la capacidad de organizarse. En las últimas semanas he recorrido ya cientos de kilómetros yendo y viniendo de una sede a otra, desquitando sin duda las horas de carretera para procesar poco a poco todo lo que me está sucediendo. La terapia de la autopista sigue siendo una vía eficaz para el tratamiento de mis males, que son muchos. No termino de descifrar las implicaciones de las decisiones recientes, pero al menos logro convivir llevaderamente con las nuevas circunstancias.
Sigue habiendo un sinfín de cuestiones por atender en mi nuevo trabajo. Los retos son muchos y significativos. Los enfrento con buena cara, pero a ratos me confieso, muy para mis adentros y consciente de las dificultades de los demás por comprenderlo, que estoy cansado de esto. Cansado como estoy de tantas cosas. Cansado, sobre todo, de no lograr responderme un buen número de preguntas sobre mí mismo. Anhelando un poco de espacio, un poco de aire.
Si he logrado dedicarme justo ahora unos minutos de cara al ordenador —y de cara a mí mismo— es porque este fin de semana cerré dos pendientes importantes.
El sábado terminó la materia que estuve impartiendo los fines de semana a un entusiasta grupo de directivos de ICEL. La experiencia rebasó con mucho mis expectativas y, por la retroalimentación de mis alumnos, creo que al menos cumplió lo esencial en las del grupo. Echaré mucho de menos las sesiones de viernes por la noche y sábado por la quasi madrugada.
El segundo asunto se cubrió ayer domingo por la noche cuando por fin envié el artículo con el que en unos días buscaré obtener la "suficiencia investigadora" que me permitirá arrancar formalmente con la tesis doctoral. Algunos paréntesis vespertinos de la semana pasada y buenos trechos de este fin de semana estuvieron consagrados a meterle tijera a una de mis investigaciones del semestre con el fin de pulir un texto de 15 cuartillas que sintetizara reflexiones y conclusiones preliminares de uno de los temas que me ha venido ocupando la mente en los últimos meses. Disfruté como enano este quehacer, e irremediablemente me invadió la nostalgia por aquellos días a la orilla del Mediterráneo, abocado a la reflexión y la exploración intelectual. Hace un rato me confirmaron la recepción del documento, lo cual me permitió sentir cierto grado de liberación. Toca ahora preparar la presentación y defensa para el día 22. Y, claro, hacer las maletas para estar del otro lado del Atlántico dentro de unos días.
Ya estaré reportando.
viernes, 7 de agosto de 2009
Varia
Se ha ido la semana y yo sin cumplir mis compromisos en este espacio. Sé que esto no le quita el sueño a nadie, pero confieso que me enoja un poco conmigo mismo. Porque en cierto modo el abandono es reflejo de una desidia que me incomoda; este pequeño territorio virtual se ha venido convirtiendo en representación de mí mismo a tal modo que descuidarlo ejemplifica en buena medida el olvido del que soy.
Ya decía en la entrada anterior que mi ausencia no está relacionada con la falta de ideas. En buena medida ha sido al contrario. Y ahora, nada más llegar y abrir una nueva entrada, es polemizar conmigo sobre qué ha de entrar hoy y qué puede esperar a mi próxima visita. Esta tarde tengo poco tiempo para divagar aquí, pero aprovecho que ya empecé para soltar entonces algunos apuntes varios.
- En los últimos días el Gobierno de la Ciudad de México ha estado inaugurando nuevas rutas y modalidades en la red de transporte colectivo. Algunas de esas decisiones me han entusiasmado, al menos de inicio, por una razón: avanzar en ese ámbito es generar posibilidades en muchos otros para una ciudad que vive en el caos permanente y donde muchos invertimos largas horas para trasladarnos de un lugar a otro. El tema tiene que ver con vialidad, sí, pero también con medio ambiente, con corrupción, con respeto de la legalidad, con educación. Los intentos de las autoridades son insuficientes, por supuesto, pero casi cualquier cosa que se haga en el escenario actual lo es. La clave para que esto tenga futuro y abra realmente nuevos escenarios, está en nuestras manos. Las nuevas rutas expreso y los transportes eléctricos suponen paralelamente la construcción de una cultura vial distinta para los usuarios de estos medios. En la medida que demos preferencia a estas alternativas, perderán peso específico las opciones desordenadas. Como en tantos otros temas, es cuestión de dejar sentir el peso real de los ciudadanos.
Después de un par de semanas de lectura intermitente terminé de leer La Catedral del Mar, de Idelfonso Falcones. Ya muchos me habían señalado que era casi una herejía no haber leído esa novela después de vivir más de un año en Barcelona. Y reconozco que tenían razón. No por los méritos literarios de la obra, que sin duda pueden ser cuestionables. Pero sí por su reconstrucción de una atmósfera que por muchas razones me resultó entrañable. La iglesia de Santa María del Mar, en el barrio gótico de Barcelona, tiene sin duda un poder especial sobre mí. Lo tuvo desde la primera vez. Cada ocasión que tuve oportunidad de pasear amigos o familiares en plan de turista, ese templo tenía que estar en la ruta. En su interior pasé varias tardes. Y de cara a su altar viví el inicio de algunas de las transformaciones que todavía operan en mí. La historia de Arnau Estanyol es una telenovela, sin duda. Pero eso no le resta poder a las experiencias que evocó en mi interior. Dios mediante, en poco más de un mes estaré viajando nuevamente a Barcelona. Y, una vez en tierras catalanas, sin duda una jornada estará dedicada a recorre los escenarios donde Arnau se transformó una y otra vez, sin dejar de ser él mismo.
Tiene un buen rato que no voy al cine. Pero ese déficit ha sido cubierto con una buena dosis de cine en casa y unas cuantas salidas al teatro. La única salida reciente a una sala cinematográfica fue hace una semana a la Cineteca Nacional, para presenciar la proyección de un clásico del expresionismo alemán, Metrópolis, musicalizado en vivo por Yokozuna. El recinto era un hervidero de gente, pero la inmensa fila y la lucha por una butaca bien valieron la pena. Metrópolis ha sido siempre una de mis películas favoritas. La proyección utilizó la versión más limpia y completa disponible hasta ahora (editada en DVD por KinoVideo). Una joya por un sinfín de razones. Verla por primera vez en una pantalla de cine fue muy poderoso. Si no me canso de verla es porque siempre resulta una experiencia nueva en donde las conexiones con las incontables herencias que Fritz Lang legó al cine que hoy tanto maravilla a los espectadores del séptimo arte. Por un momento, me puse a imaginar cuántas películas de nuestros días están en deuda —algunas con plena consciencia, otras sin siquiera imaginarlo— con el maestro del cine alemán —como con tantos otros, claro está—.
- Entre pelis en video, funciones de teatro, lecturas... y crisis laborales. La crisis vocacional sobre la que inútilmente he intentado explayarme aquí, está cruzándose ya con vaivenes inesperados en mis proyectos profesionales. El futuro es incierto. Pero en medio de la incertidumbre, una que otra roca para no quedar a la deriva. Por lo pronto, los viernes por la noche y sábados por la mañana estoy impartiendo una asignatura en el programa de Maestría de Ciencias de la Educación para directivos de la Universidad ICEL. Como siempre, toparse con un grupo demandante y exigente es uno de los mejores incentivos para quienes nos gusta esto de la docencia. Y en el marco de tantas decepciones, las sesiones están resultando un oasis en el desierto.
viernes, 31 de julio de 2009
Nuevo récord
Y no hablo de nada que sea como para celebrar: desde que incursioné en la blogósfera no había pasado un mes tan pobre en entradas como fue éste. Con esta son seis las "posteadas" de julio. El récord mínimo estaba en 8, empatados agosto de 2008 y junio de 2009. Este nuevo límite inferior no ha sido consecuencia de una sequía de ideas ni producto de la falta de ganas. Ha sido simplemente resultado de uno de los meses más atribulados de mi vida. Uno de esos periodos sin pies ni cabeza en los que a ratos me desconozco frente al espejo. Diría uno que se han juntado muchas cosas. Me causa gracia esa expresión pero quizá es la que mejor refleja mi estatus presente.
En los días recientes me ha sido imposible terminar la divagación que arranqué hace más de una semana a partir de mis contemplaciones fílmicas y teatrales. No he tenido oportunidad de contar sobre mi acercamiento a la acupuntura y la experiencia vivida en mis dos primeras sesiones de agujas electrificadas. Me ha faltado contar mis nuevas restricciones alimenticias y describir lo complicado que ha resultado seguir ciertas indicaciones médicas a raíz de mis altos niveles de colesterol y triglicéridos. Sobre la cuestión laboral, mejor ni hablar: este mes ha sido una auténtica montaña rusa. Y no le veo el final. (A la montaña, claro, porque al mes le llega en un par de horas.)
Así las cosas, pues. Si quieren un termómetro de los últimos días, aquí a lado tienen las actualizaciones recientes del Twitter, que a falta de tiempo para bloguear me ha servido para breves intentos de desahogo repentino en 140 caracteres.
Compromisos para traer la próxima semana al blog: (1) cerrar mis divagaciones sobre cine-teatro-vocación, (2) aplaudir la reciente puesta en marcha de nuevos programas de transporte público en esta ciudad, (3) compartir el arranque de algunos nuevos proyectos. Con eso basta y sobra para aplicarme en los próximos días, ¿cierto?
miércoles, 13 de mayo de 2009
Varia
- Mi número de horas frente a grupo aumenta por cuarta ocasión en lo que va del semestre. Esta vez, pasan a mis manos dos grupos de Literatura y dos de Taller de Lectura y Redacción. Mis meros moles. El reto entusiasma. Las labores no-docentes van pasando a segundo plano, al menos durante lo que queda del curso. Y eso me viene bien. Ya ando tramando locuras con mis nuevas asignaturas, lo cual me emociona. La oportunidad que yo mismo me di al proponer este nuevo escenario, es un arroyo en medio del desierto en que se ha venido convirtiendo a fechas recientes el contexto laboral. Más trabajo, o al menos más laborioso, más cansado, pero que se agradece.
- Y hablando de cargas de trabajo, voy entrando en la recta final del semestre también para el doctorado. Este fin de semana tengo que terminar y enviar mis dos proyectos. Esto es la locura absoluta. Voy avanzado, pero ha llegado el momento de afinar conclusiones y pulir algunos pendientes. Y la inspiración aferrada a llegar a deshoras; rechaza las invitaciones a horarios fijos e insiste en presentarse cuando en la agenda está citado ya el descanso. Y hacer coincidir a ambos invitados puede ser productivo cuando se trata de imaginar y proyectar fantasías, pero no saben convivir cuando hablamos de entregas académicas formales. Así que ya me veré lidiando en estos días con los caprichos de las musas y las exigencias del sueño.
- El rol lateral de blogs favoritos ha ido creciendo en los últimos días. Algunos hallazgos causales, otros no tanto. Blogs con largos antecedentes que ya habrá tiempo de ir explorando, y otros de reciente creación. Blogs de autores consagrados —como el cuaderno de Saramago o el puerto de Mastreta—, de autores a quienes no conozco —como las soledades de Juan P o el espacio de la multifacética Saray—... y el más nuevo de todos, el recién inaugurado blog de Janet, ex-alumna, amiga, injustamente auto-nombrada discípula de un servidor y talentosa pluma desde tiempo atrás. Sus páginas virtuales orientadas a explorar el "ingrediente faltante", me tienen ya enganchado desde el primer párrafo.
martes, 23 de diciembre de 2008
Actualización
Hace casi una semana que este espacio no se actualizaba. Quizá ha sido éste el periodo de abandono más prolongado desde que en octubre me entró una intensa racha inspiradora, cuyos rezagos todavía podían percibirse en las entradas de las últimas semanas.
El hecho es que entre cuestiones laborales, festejos y escapadas repentinas, he pasado varios días alejado de mi faceta digital. Así, desde que relaté mi crónica taxista hasta ahora, han sucedido muchas cosas. Probablemente la más evidente sea el cambio de edad: desde este domingo tengo la simbólica cantidad de 33 años.
El caso es que hay varias cosas por compartir. Ocurrencias que tengo muchas ganas de comentar aquí, en este peculiar y mágico refugio que me he venido construyendo a lo largo de un año. Sin duda las notas que ya se cocinan en mi cabeza están claramente cargadas de nostalgias. No sólo he cumplido un año más; también, como cada año, mi espíritu Grinch cede a las reflexiones de temporada.
Y en esta ocasión, las divagaciones navideñas y de fin de año se mezclan con un motivo más para celebrar: el primer aniversario de mi llegada a la blogósfera. El haber publicado mi primer post en enero de 2008 hace que coincida el cierre del año civil con el cierre de mi primer año como blogger.
Aunque sé que el rating también baja en estas fechas en que todos andamos en otros rollos, mi intención es recuperar algunas de mis notas pendientes e ir celebrando durante varios días este primer aniversario. Así que, ya sea en tiempo real o recuperando lecturas más adelante, me encanta saber que aquí andamos compartiendo juntos.
domingo, 7 de diciembre de 2008
Diciembre 7
Se acerca el último minuto de un fin de semana que tuvo de todo. Bautizo. Cumpleaños. Comida. Cine. Lecturas. Más comida. Reencuentros. Y... más comida.
Cada momento de estos tres días merece una ocurrencia por separado. Ahora mismo no creo tener suficiente cabeza como para dedicarle a cada cosa las palabras justas. Quizá en el transcurso de la semana tenga oportunidad de compartir divagaciones sobre algunas de tantas cosas.
Por lo pronto, me preparo para un lunes más. Un lunes que me propongo dedicar a organizar un poco lo mucho que me espera para esta nueva semana. Y en ese proceso ir decidiendo qué diablos haré para festejar mi pronto arribo a los treinta y tres inviernos.
Es curioso, pero tengo la impresión de que diciembre solía ser un mes tranquilo, de asentamiento de lo que se fue procesando a lo largo del año, cuya serenidad sólo se veía violentada por las desatadas y enfermas compras navideñas. Pero este diciembre está resultando distinto. Gratamente distinto. Y sólo han pasado siete días.
Envío doble. Esta vez la felicitación pudo hacerse en persona. Pero, ya que es la única de mis herman@s a quien no había festejado a través de la blogósfera, envío un cálido abrazo digital a MJ, que ayer cumplió años. Ayer celebramos, además, el bautizo de Y alías K. Y hoy compartimos la felicidad de haberlo recibido en este planeta hace 365 días. ¡Feliz cumpleaños a los dos, hermosa madre y luminoso hijo!
[Es increíble cómo pasa el tiempo. Hace exactamente un año escribí el texto que días más tarde utilizaría para inaugurar mi blog barcelonés.]
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