jueves, 19 de enero de 2012

Eufemismos

Hay eufemismos que me resultan sencillamente insoportables. Sí, ningún eufemismo me agrada, pero estos a los que me refiero son de una clase peculiar que termina por sacarme ronchas. Comparto un par de ellos.

Cada vez que viajo en la oruga (sobrenombre con el que cariñosamente nos referimos en León al Optibús, un medio de transporte articulado semejante al Metrobús chilango), me topo con un par de esos eufemismos, colocados para señalar los asientos "reservados". De acuerdo con los letreros en cuestión, tres son los posibles beneficiarios de esos asientos: mujeres embarazadas, adultos en plenitud y personas con capacidades diferentes (en algunos casos llamadas capacidades especiales). Gracias a unas imágenes risibles (y gracias también a que uno está tristemente familiarizado con esos eufemismos), teng claro que no son asientos para mí, aunque estoy convencido de que, rigurosamente, califico en dos de las tres categorías. Si tenemos claro que no soy mujer (y por tanto no existe posibilidad de que estuviera embarazada), quedan las otras dos.

Hace un mes cumplí 36 años. Soy un adulto, ¿cierto? Y evaluando mis logros, mi potencial, mis acciones, en el marco de cuanto he vivido hasta hoy, puedo decir que estoy viviendo con plenitud. No creo vivir a medias ni mucho menos. Me dirán que la plenitud remite a un máximo; siguiendo esa lógica, ni hoy ni a los 70 estaré en plenitud, acaso en proceso de alcanzarla.

Lo otro lo tengo más claro. Cada ser humano, me cuentan, puede considerarse único e irrepetible. Como tal, sus potenciales y capacidades nunca serán estrictamente iguales a las de sus semejantes. Más allá de eso, quizá porque soy muy soberbio o quizá porque en mi casa siempre me hiceron sentir que era verdad, estoy seguro de tener capacidades especiales. Demuéstrenme lo contrario. En todo caso, ¿de qué depende que una capacidad sea más especial que otra?

Lamentablemente no tengo una credencial que acredite mi plenitud ni mis capacidades especiales o diferentes. Así las cosas, no me queda sino resignarme a seguir viajando de pie en la maldita oruga.

NB. Cuando digo "oruga", lo digo como apodo con mucho cariño, no es ningún eufemismo ;)

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