domingo, 6 de junio de 2010

Doce años

Y de pronto, sin mayor aviso, simplemente sucedió. Doce años después ahí estábamos de nuevo. Como sucede siempre en ese tipo de reencuentros, varias charlas giraron en torno a evocaciones de los días que compartimos. A ratos los recuerdos tendían puentes para reconstruir fragmentos del presente, tanto el propio como el de aquellos con quienes solíamos convivir de forma más o menos cercana. Y hubo momentos también, afortunadamente, para mirar —o al menos intentar mirar— hacia adelante.

Correré el riesgo de sonar atorado en la melancolía, pero debo decir que pese a las huellas producidas por doce años de camino, no tardé en entrar en un profundo diálogo con el que era yo mismo en aquel entonces. De pronto desconocí al que deambula en estos días y empecé a recuperar algo de mí que tenía olvidado. Quizá por eso el momento se alargó tanto. Prácticamente diez horas de un encuentro que ahora me parece fue solo un instante y que parece haber sucedido al día siguiente de la última vez que estuvimos todos juntos —doce años atrás— en ese mismo lugar.

No sé qué sigue. Pero algo está claro: no puedo seguir adelante como si lo de esta tarde no hubiese sucedido.

[Sé que estoy siendo otra vez confuso, críptico. Y quisiera explicarme mejor. Pero es tarde, estoy cansado y mañana debo levantarme temprano para empezar nuevamente a desahogar pendientes. Tengo ya la deuda del 8 1/2. Sumo ahora el compromiso de volver sobre el mágico reencuentro de esta tarde.]

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encantó "De pronto desconocí al que deambula en estos días y empecé a recuperar algo de mí que tenía olvidado",
Escribes increíble!!

Anónimo dijo...

Tanto que recuperar, reconstruir y consolidar... tanto que dejar atrás... tanto a lo qué encontrarle sentido...

TQM

ADRC