sábado, 16 de abril de 2011

Ópera en pantalla grande (II)

La temporada perdida

Tosca, Aída, Turandot, Carmen y Hamlet fueron las producciones del Met que, pese a contar con entradas pagadas, me perdí durante las transmisiones de la temporada 2009-2010, como consecuencia de mi traslado al Bajío. Algunas porque tenía que impartir clase en Salamanca, otras porque tenía que atender como alumno a mi Diplomado en Filosofía para Niños. Repartí los boletos a gente cercana que sabía podría disfrutar de las transmisiones y me conformé con sus reseñas.

Llegó entonces el anuncio de la temporada 2010-2011 y el calendario para las emisiones en HD. Para el primer semestre mis clases sabatinas impedían nuevamente cualquier intento, pero mi firme decisión de descansar de las aulas los fines de semana durante un semestre me permitían aventurarme a comprar boletos para algo entre enero y abril. Y así lo hice, comprando para las tres producciones que tenía certeza podría atender con relativa seguridad, lo cual afortunadamente se logró sin contratiempos. Aquí, las micro-reseñas de estas tres experiencias con un bonus: una referencia a la transmisión 3D de Carmen producida por la Royal Opera House de Londres.


El hallazgo de Gluck

Sí. Quizá confesarlo evidencie lo realmente lejos que estoy de ser un experto, pero debo admitir que hasta hace unos meses ignoraba la genialidad de Gluck y su cercanía con músicos cuyas partituras admiro inmensamente. El atractivo para asistir a la trasmisión de Iphigénie en Tauride era el cartel encabezado por Susan Graham acompañada de Plácido Domingo. La experiencia fue casi mística, tanto por la fascinante música como por las portentosas interpretaciones de Graham y Domingo —quienes, según nos advertían al inicio de la función, atravesaban sendos resfriados ese medio día—. Un apunte sobre el tenor español: no imaginé que pudiese resultar tan convincente la interpretación que un septagenario en el papel de un personaje con la juventud y la fuerza de Orestes; sorprendente la frescura que conserva su voz después de tantos años. Una auténtica leyenda viva.


La locura encarnada

Natalie Dessay siempre me ha parecido el rostro del desequilibrio mental. Lo digo en serio. Desde que la vi por primera vez en alguna grabación, quedé cautivado por su forma de interpretar globalmente a sus heroínas. Sé que los más ortodoxos suelen criticar algunos de sus atrevimientos y tropiezos vocales. Sin embargo, la manera en que la soprano francesa encarna sus personajes me parece realmente única. La producción de Mary Zimmerman para Lucia Di Lammermoor es soberbia. En su temporada de estreno, fue parte de las transmisiones HD con Anna Netrebko. En aquella versión, además del montaje impecable, engalanaba la función también el excelente tenor Piotr Beczala. La Lucía de la Dessay no consigue, por supuesto, la sensualidad que le imprimía la soprano rusa, pero sí atrapa con un magistral recorrido desde la frágil Lucía enamorada y temerosa de su entorno hasta la pérdida de la razón y su desenlace fatal.


Paréntesis: Sexy-Carmen-3D

No recuerdo con claridad cómo supe de las funciones de la producción Carmen 3D que la Royal Opera House lanzaba a diferentes recintos cinematográficos. Lo cierto es que fui, compré mi boleto y fui uno de los menos de 30 que ocupamos la sala de Cinépolis en León destinada a tal fin. La producción muy bien lograda en lo general. A destacar, el carisma y la interpretación —vocal y sobre todo histriónica— de los protagonistas. La heroína que da título al clásico de Bizet nunca antes me había parecido tan convincente. Quizá fuera la sensualidad desbordada de la pantalla a través de las gafas que juegan con nuestros sentidos para hacernos creer que los objetos proyectados realmente tienen volumen. Y ahí quizá mi única objeción para esta transmisión: ¿realmente hacía falta la tercera dimensión? Personalmente me sigo resistiendo al cine en 3D, no consigue atraerme ni motivarme lo suficiente, me parece engorroso, incómodo y me suele provocar jaquecas. Supongo que el sello 3D llevaría la intención de acercar a un público más joven a la Ópera. No sé si tal propósito se cumpla en otros lares, porque en León, no.


El Conde Flórez

Para El Conde Ory, mi principal motivación era el cartel. La ópera cómica de Rossini me resultaba completamente ajena, pero Juan Diego Flórez, Joyce DiDonato y Diana Damrau eran suficiente pretexto para asistir. ¡Y vaya que valió la pena! Por más de una razón, por supuesto. Valió por la bella producción imitando un escenario medieval y una obra dentro de la obra. Valió por la frescura de una gran comedia en medio de tanta muerte y engaño al que uno suele acostumbrarse en la ópera. Valió por la ingeniosa manera de proponer algunas escenas que, sin duda, demandaban una gran precisión vocal y actoral a los protagonistas, que en todo momento enfrentaron con éxito. Y valió, claro está, por el talento de todos los que se pararon sobre el escenario. Damrau interpretando al paje de Ory, con quien pelea el amor de la condesa Adèle, excelente. La química que además consigue con esta última, interpretada impecablemente por DiDonato, es maravillosa. Y el carisma que envuelve la portentosa voz del tenor peruano Juan Diego Flórez es muy difícil de describir. Durante casi tres horas reí y disfruté inmensamente la calidad en todos los sentidos de una producción que ya ansío se distribuya en video para poder disfrutarla una vez más.


Y...

Quedan tres transmisiones de la temporada en HD. Capriccio, de Staruss y protagonizada por Renée Fleming me la perderé inevitablemente pues andaré de vago. En el caso de Il Trovatore de Verdi, ya planeo comprar entradas para el Fórum Cultural en León. Y para cerrar, en el caso de La Valquiria, en su nueva producción para el Met, no me decido aún, pues me hubiera encantado ver hace unos meses la transmisión de estreno de la primera parte de la tetralogía Wagneriana. De cualquier modo, se ha anunciado ya el programa de la temporada 2011-2012. Promete. Y bastante.

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