domingo, 11 de julio de 2010

Deberes

Debería estar escribiendo un libro. No, no lo digo en el sentido de esa combinación de deber moral y auténtico anhelo que siento. Me refiero al carácter mandatorio de una obligación contractual por la que mañana debería entregar un capítulo más de una serie de libros de texto con los que estoy colaborando. Pero no lo consigo. Este dichoso libro se ha convertido en un verdadero tormento. Quizá porque de alguna manera sintetiza mis profundas contradicciones, mis prolongadas crisis existenciales, o yo qué sé. Lo cierto es que llevo un rato frente a la página en blanco y en el reloj la arena sigue sin piedad pasando de un compartimento a otro.

Tengo, en cambio, una servilleta llena de anotaciones sobre ideas que quisiera soltar aquí, un poco como desahogo, un poco como terapia, un poco como necesidad de compartir. Esas notas me han acompañado durante días y días, esperando un instante de debilidad en mis imperativos laborales en combinación con una pizca de fortaleza en mi voluntad creativa. Pareciera éste uno de esos momentos. Y, sin embargo, lo dejaré ir para ver si me sirve de inercia o impulso para escribir lo que debo escribir. Si lo consigo, esperaría que esa misma fuerza me permitiera plasmar al menos la síntesis de la varia que tenía prevista para arrancar esta segunda mitad de 2010.

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