Desde ayer tenía muchas ganas de escribir aquí. No tenía claro sobre qué ni para qué, simplemente estaba esa necesidad de entrar y dar click a «Nueva Entrada». Pero llegué tarde a casa —tras una extraordinaria presentación performancera de mi hermana— y con la noticia de la suspensión de clases para hoy.
Así las cosas, una vez atendido lo más urgente del día, abro el blogger para escribir, pero nada me sale. Y con tantas cosas en la cabeza, no dejó de pensar en el tema de moda (léase, la influenza porcina). Pienso entonces en escribir sobre mi escepticismo, pero temo ser leído como un teórico del complot con ganas de escandalizar. Pienso después en escribir sobre mi convicción de pese a todo tomar ciertas precauciones, pero temo ser leído como un apocalíptico amarillista... con ganas de escandalizar. Pienso finalmente en recuperar mi idea inicial de ayer para hablar sobre el Día Internacional del Libro... pero simplemente no se me ocurre qué decir ahora mismo al respecto.
Y así, ahora me pregunto... en vez de estar divagando sobre qué demonios colgar en el blog, ¿por qué diantres no me pongo a trabajar en mis infinitos pendientes? Pues eso, señor@s, a dejarse de escándalos y ponerme a trabajar, que vaya me hace falta.
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