Durante los 8 años que tengo viviendo en León, el Forum Cultural Guanajuato ha sido uno de mis más preciados refugios. La Biblioteca alternaba con Starbucks como oficina vespertina en aquellos primeros meses en que vivía en un amueblado y no encontraba todavía un hogar. El Auditorio Mateo Herrera ha sido en estos años uno de los lugares que más he visitado y de ello puede dar fe mi querida Lucy quien desde la taquilla es una de las más grandes promotoras de cuanto sucede en el Forum. Me ha tocado atestiguar la consolidación del Museo de Arte e Historia de Guanajuato y he gozado infinidad de celebraciones artísticas en los jardines del Forum y la Calzada de las Artes.
Entre todos los espacios que integran el Forum, sin duda el Teatro del Bicentenario ocupa un lugar muy especial, a grado tal que ha sido uno de mis espacios fundamentales a lo largo de sus 7 años de vida. No exagero si digo que difícilmente seguiría viviendo en esta hoy querida ciudad si no fuera por lo que el Forum y especialmente el Teatro me han alimentado.
En mayo de 2011 escribí en este blog un texto en el que acusaba que León no se merecía un teatro como el Bicentenario. Fui injusto y hoy releo ese texto con la alegría que da en ocasiones tragarse uno sus palabras. (Poco después ese mismo año, con menos desdén quizá, escribí en otro espacio una reseña en la que anhelaba una ciudad digna de su Teatro.) Si bien de vez en cuando suena todavía un teléfono a media función, la realidad es que el público ha ido madurando y me atrevo a decir que si bien todavía somos pocos en comparación con el tamaño de la ciudad, los llenos totales son habituales y la programación del Teatro es tema de conversación entre cada vez más personas. El proyecto de formación de públicos que ha impulsado Alonso Escalante, todavía hoy director general del Teatro, ha sido fundamental para transformar el perfil de esta ciudad, aunque para muchos hoy sea todavía difícil verlo.
La clave ha sido una programación de primer nivel, cuidada meticulosamente. En su corta vida el escenario del Bicentenario ha recibido a cantantes como Diana Damrau o Elina Garança, ha estrenado más producciones de ópera que cualquier otra compañía en México en el mismo periodo de tiempo, ha presentado a las más importantes orquestas del país y a varias destacadas agrupaciones internacionales, ha ofrecido música, ballet y artes escénicas de diversas latitudes, siempre de una sobresaliente calidad artística; su Teatro Estudio ha presentado sobresalientes y entrañables representaciones dramáticas que difícilmente hubiesen encontrado cabida en otro espacio de esta ciudad. Habrá cosas que gusten más a unos que a otros, pero lo cierto es que la visión de Alonso ha hecho del Bicentenario un epicentro cultural clave en el México del siglo XX.
Alonso y su equipo han hecho del Teatro del Bicentenario su casa en el mejor de los sentidos. Como buen anfitrión, siempre amable, observa atento la llegada del público antes de cada función. Rodeado de un equipo entusiasta y apasionado, nos ha hecho apropiarnos del Teatro, nos han hecho comprender que el Teatro también es nuestro. Quizá el proyecto Ópera Picnic sea uno de los proyectos más evidentes de recuperación del espacio público, pero están también los festejos anuales del Día Internacional de la Danza y las actividades de difusión de las pujantes agrupaciones orquestales de niños y jóvenes que existen en nuestra región.
En este contexto, se entenderá que a tantos nos duela saber que algo anda mal al interior del Consejo del Forum a grado tal que Alonso Escalante deba dejar la dirección general del Teatro del Bicentenario tras 7 años de impecable trayectoria. Las formas hacen que el dolor vaya más lejos y que nos indigne y moleste el recién difundido "acuerdo" tomado para que Escalante deje la dirección del teatro a finales de septiembre.
Conozco poco a Alonso, pero lo suficiente para saber que enfrentará estos meses que le restan en el Bicentenario dando testimonio de su absoluto compromiso con el Teatro, los artistas y el público, pero también con lealtad y respeto hacia quienes ahora le han cerrado ahora las puertas. Alonso sabe que no puede dejar que pierda el Teatro porque perdemos todos.
Desearía a Alonso éxito en lo que venga, pero no le hace falta semejante intención: seguirá alcanzando logros en lo que emprenda. Ojalá también el Teatro encuentre buena fortuna y con él todos quienes lo habitamos. Esta ciudad no está para sacrificar proyectos culturales de esta envergadura.
Como ciudadano, mi afecto y agradecimiento con Alonso. Y también, por supuesto, mi solidaridad y anhelos de un buen mañana para el Teatro y su público.
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PD. Queda pendiente la explicación que tendrá que ofrecer el Consejo Directivo del Forum Cultural Guanajuato por esta remoción. Queda pendiente también el nombramiento de quien suceda a Escalante y, especialmente, queda revisar la visión que ese nombramiento pueda representar. En una ciudad con escasos teatros y una paupérrima programación cultural de calidad, no estamos para perder un espacio de esta altura, como hemos perdido al Teatro Manuel Doblado en manos del Instituto Cultural de León.PD 2. Extendiendo mis reflexiones he publicado una segunda entrada sobre el tema: Si Alonso se queda (y si no también)
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