La mayor tragedia de los mexicanos parece originarse por una irrefrenable dominación del pensamiento mágico sobre nuestras mentes. Consideremos, para no complicarnos, la más básica de las manifestaciones de la magia: la de nuestra niñez. Esa magia que se hace posible gracias a una combinación de ignorancia, ingenuidad y necesidad. Cuando niños, ignoramos por nuestra pequeñez, por falta de experiencia, porque lo que tenemos más cerca se nos aparece como universal y el poder de lo concreto, por particular y limitado que sea, define nuestras preguntas y traza el límite de nuestras respuestas. Cuando ese límite resulta insalvable a través de los medios de los que disponemos, la magia encuentra uno de sus más básicos componentes. En tales casos, imaginamos porque ignoramos. Si al desconocimiento sumamos nuestra confianza, la magia puede fortalecerse, de tal suerte que ya no solo imaginamos: creemos, porque nos lo dice alguien digno de confianza. ¿De qué otra manera explicarse la aparición de los juguetes que tanto deseamos, al pie de un árbol iluminado? No solo lo imaginamos: nos han dicho que sucede de cierta manera. Pero no es suficiente: el pensamiento mágico se robustece y se hace pleno cuando además de ignorantes y crédulos, estamos necesitados. ¿Cuántas veces, incluso siendo adultos, no hemos terminado repitiéndonos una y otra vez que necesitamos creer?
Pienso que es esta mezcla de ignorancia, credulidad y urgente necesidad, la que hace que el pensamiento mágico constituya hoy la manera más sencilla de resolver nuestras dudas. Quienes llevan las riendas del país —y quienes desean llevarlas— lo saben. Por eso las premisas con las que nos ofrecen sus respuestas, operan sobre mecanismos de una racionalidad equiparable a la del esoterismo. En esa lógica, aprobar la Reforma Energética tendrá como efecto directo más energía a menor costo, la Reforma Educativa permitirá que niños y jóvenes cuenten con educación de calidad y con mayores oportunidades. El problema con el pensamiento mágico es que no cuestiona, no pone en duda: acepta las respuestas, ya sea por ignorancia, por ingenuidad, por necesidad o —para desgracia nuestra— por las tres cosas al mismo tiempo.
Lo opuesto al pensamiento mágico, al menos como aquí he intentado describirlo, sería un pensamiento racional. Mejor aún: una lógica racional y razonable. Una lógica que cuestiona, que está abierta a la reformulación de las ideas.
Tomemos el caso de la Reforma Hacendaria. El sitio de internet promovido por el Ejecutivo para explicar su propuesta, es una galería fascinante de muestras del pensamiento mágico. ¿Para qué es la Reforma? "Para que le vaya mejor a la gente." ¿Cómo se justifica cualquiera de los aumentos propuestos? Es cuestión de justicia social: con una mayor recaudación podremos mejorar los servicios públicos. Vale, pues ya está: votémosla a favor y a lo que sigue, que sin duda nos habrá de ir mejor a todos.
Me dirán, por supuesto, que no espere yo una explicación en 140 caracteres. Pues no, pero cuando uno lee los millares de folios que constituyen el Paquete Económico 2014 presentado a consideración del Legislativo, uno no encuentra mucha racionalidad en las explicaciones. Aclaro: no las he leído todas, pero sí leí por completo el documento con los Criterios Generales de Política Económica 2014, así como las iniciativas de reforma a Ley del IVA y Ley del ISR. En estos centenares de cuartillas, parece que todo se resume en un par de premisas que suenan hermoso: a mayores recursos, mejor gasto. Genial. ¿En serio?
Vamos viendo algunas muestras. Se propone, por ejemplo, gravar con IVA las rentas e hipotecas. Entre Godínez, Gonzalitos y Cantinflas redactaron esta joya de racionalidad para justificar el gravamen:
Exentar la enajenación de casa habitación del IVA implica el que la enajenación de propiedades de alto valor, que son las adquiridas por la población de más altos ingresos en el país, se beneficien de dicha medida, lo cual implica que los hogares de mayores ingresos absorban la mayor parte de la renuncia recaudatoria que implica mantener la exención. Una situación similar se presenta en el caso del arrendamiento de casa habitación.
Ahora bien, en el caso de los intereses de créditos hipotecarios, este tratamiento permite exentar del pago del IVA a los contribuyentes que obtienen intereses que tienen como origen la adquisición de propiedades de alto valor, beneficiándose con este régimen especial en mayor medida a los hogares de mayores ingresos. (Iniciativa de Ley del IVA, p. VIII)
Lo anterior es así, toda vez que no obstante los esfuerzos del Gobierno Mexicano para promover estas actividades, las mismas requieren ser apoyadas. En efecto, los datos estadísticos del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA) al realizar encuestas que permiten vislumbrar los porcentajes a nivel nacional del acceso y asistencia a estos espacios culturales, reflejan la conveniencia de que sean apoyados. (Iniciativa de Ley del IVA, p. XII)
De lo anterior, debemos concluir que los ricos que compran grandes mansiones justifican derogar la exención. Total, los que rentan departamentos y casas pequeñas, ni lo van a sentir. ¿Cierto?
Educación y cultura se verían también afectadas de aprobarse íntegramente el Paquete Económico propuesto. Dejo el tema de educación —que me es especialmente sensible— para una reflexión aparte, y pongo el caso de los "espectáculos públicos". Para explicar a propuesta, cedemos la voz nuevamente a Cantinflas y compañía:
El gasto corriente monetario en espectáculos públicos está concentrado en los hogares de mayores ingresos: el 30% de los hogares de mayores ingresos realiza el 80% del total de gasto por este concepto, en comparación con 3.7% que significa para el 30% de los hogares de menores ingresos. Considerando lo anterior, con el fin de darle mayor progresividad al sistema impositivo en su conjunto, se propone a esa Soberanía eliminar la exención en el IVA a los espectáculos públicos, manteniéndola únicamente para las funciones de teatro y circo en los términos que hoy se prevé.
Clarísimo, ¿no? De lo anterior, concluye el Señor titular del Ejecutivo, lo siguiente:
De esta manera, para que las actividades artísticas más antiguas e influyentes de la humanidad adquieran fortaleza y se remonten a la grandeza de sus inicios, se propone conservar la exención prevista para los espectáculos públicos, únicamente el teatro y circo, con lo que se logrará promover y fomentar las actividades culturales más antiguas de la civilización. (Iniciativa de Ley del IVA, p. XIV)
Además de una lección de justicia social, el documento nos deja una valiosa lección de Historia del Arte, que deja a la música y la danza, por ejemplo, como menores derivaciones del arte circense. O, ¿estoy interpretando mal la noción de "espectáculos públicos"? De veras, leí al derecho y al revés la iniciativa y no encuentro el parámetro. (No descarto estar en un error, así que si alguno encuentra la respuesta, recibiré con gusto sus señalamientos.)
Seguramente ya la mitad dejo de leerme a estas alturas, así que no me extiendo mucho, pero cito solo un caso más de la magia contenida en la propuesta del IVA: agregar un peso por litro a las bebidas "saborizadas con azúcares" ayudará a eliminar la obesidad infantil. Quiero verlo. Para mayor información, transcribolas fracciones XVIII y XIX del artículo 3º de la Ley del IEPS, donde se detalla la definición de las bebidas, polvos, concentrados y jarabes saborizadas, pues no me queda muy claro si podrán ustedes seguir envenenándose con químicos endulzantes bajos en calorías o si solo les van a quitar lo que no es "light":
Bebidas saborizadas, las bebidas no alcohólicas elaboradas por la disolución en agua de cualquier tipo de azúcares y que pueden incluir ingredientes adicionales tales como saborizantes, naturales, artificiales o sintéticos, adicionados o no, de jugo, pulpa o néctar, de frutas o de verduras o de legumbres, de sus concentrados o extractos y otros aditivos para alimentos, y que pueden estar o no carbonatadas.
Concentrados, polvos y jarabes, esencias o extractos de sabores, que permitan obtener bebidas saborizadas, a los productos con o sin edulcorantes o saboreadores, naturales, artificiales o sintéticos, adicionados o no, de jugo, pulpa o néctar, de frutas, de verduras o legumbres y otros aditivos para alimentos. (Art. 3º de la iniciativa de Ley de IEPS)
En fin. La gran pregunta es: ¿qué rol nos toca jugar a los ciudadanos ante iniciativas planteadas bajo premisas propias del pensamiento mágico? Supongo que una alternativa —al menos una— es recibirlas con la lógica de la racionalidad y actuar en consecuencia.
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PD. He dejado fuera por ahora el tema de IVA en colegiaturas y servicios de enseñanza en general. Por cuestiones profesionales, es evidente que el tema me involucra de manera particular. Es por ello que he preferido dejarlo para una reflexión por separado. Aquí mismo, mañana martes.
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