Lo malo no es que una conductora de televisión se desgañite intentando defender lo indefendible. Lo preocupante es que esa persona conduzca uno de los programas más vistos en nuestro país y que, para tragedia de todos, tenga razón cuando vocifera que la gente la reconocería antes y con más esperanza que a una periodista, más allá de las simpatías o fobias ideológicas que ésta pueda provocar. Sueño el día en que el repudio a semejantes programas sea general y nuestros medios lleven contenidos más constructivos, que nos humanicen.
Sueño y, desde mi trinchera, trabajo por ese sueño.
#OtroMéxicoEsPosible
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