martes, 1 de junio de 2010

Inspiración

«Una crisi di ispiration?
E se non fosse per niente passeggera signorino bello?
Se fosse il crollo finale di un bugiardaccio senza più estro né talento?»
Tal es el sentimiento que me domina desde hace semanas. Una absoluta y profunda crisis de inspiración. Tan profunda que, como Guido en la inmortal cinta de Fellini, me pregunto si no será más bien la contundente evidencia de que nunca hubo genialidad alguna, de que todos los aparentes destellos han sido casualidades. Engaños.

Vale. Estoy siendo muy duro. Y ya sabes que de vez en cuando me da por serlo. Pero es que la crisis se ha extendido a terrenos que solían ser neutrales: ámbitos donde uno podía encontrar refugio y salir con una ocurrencia para demostrar que alguna chispa andaba aún encendida por ahí.

El fin de semana viajé con Guido a su niñez esperando que su travesía me ayudaría a explorar mi propio bloqueo creativo. Y me atrapó irremediablemente en su introspección. La aventutra quedó a medias. Vuelvo una y otra vez a ciertos diálogos de la película, descubriendo cómo hay un pedazo de mí en cada palabra del director en crisis.

¿Qué tal si para salir de este atolladero comparto algunas ideas sobre 8 1/2? Y, aunque los puristas y algunos amigos entrañables me linchen, quisiera compartir también una serie de manías y exploraciones que sembró en mí la versión fílimica de Nine hace unas semanas. Van ambas patra la siguiente entrega en este espacio.

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