En una agenda o en un horario todo se ve tan sencillo. De 7 a 16 horas dedicarse al Colegio. De las 17 a las 22, lunes y miércoles trabajar en los libros con los que se me ocurrió comprometerme, y martes y jueves dedicarme a iniciar por fin (otra vez) con la Tesis. El fin de semana una distribución proporcional semejante. Por ejemplo: teóricamente hoy canalizaría mis energías de 9 a 18 horas en el proyecto de los libros y de las 18 a las 22 a pendientes del Colegio. ¿Resultado? Nada, como decía, en una tablita se ve todo tan fácil. El problema es que ni la agenda entiende de voluntades ni mi voluntad sabe nada de horarios.
1 comentario:
"Ella está en el horizonte -dice Fernando Birri-. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para que sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar."
Ventana sobre la Utopía de El libro de los abrazos de Galeano.
Cuenta tus pasos, no las palomitas en tu lista de pendientes.
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