En más de un sentido y por más de una razón la gente suele identificarme como una persona tolerante. A veces por mi manía con la conciliación y la armonía, otras por mi promoción activa del reconocimiento de la diversidad, unas más por mi serenidad y paciencia al afrontar determinadas situaciones. Pero, pese a lo que digan —y lo que a veces yo mismo me creo— no soy la tolerancia andando. Hay cosas que simplemente me sacan de quicio y me producen un enfado profundo. Cierto que, pese a ello, termino volviendo a la calma y la vida sigue marchando, no me rasgo las vestiduras ni armo un escándalo necesariamente. Ello no implica, sin embargo, que no me importe o que me dé igual.
Todo esto para citar una de esas cuestiones que me generan inmenso malestar y me hacen rebasar mis límites habituales de tolerancia: la impuntualidad. No tengo claro de dónde haya yo adquirido esa manía por la puntualidad, pero es un hecho que se trata de una de mis obsesiones más arraigadas. Llegar tarde a un compromiso me produce una molestia brutal; en esta ciudad de caos, los de mi especie debemos ser extremadamente precavidos; la gente suele comprender cuando uno tiene un retraso pues los imprevistos de esta capital son muchos y frecuentes, pero aún así me torturo cuando esas tardanzas me ocurren. Y así como no me soporto ser impuntual, me fastidia la impuntualidad de los otros. Sobre todo la impuntualidad recurrente, esa que se vive como patrón de conducta. Entiendo la ocurrencia de los imprevisible, pero no entiendo que la impuntualidad sea un hábito. Simplemente me parece una de las faltas de respeto más sutiles, frecuentes y molestas de nuestra cultura.
En fin, ya se supondrá que llevo días de incontables plantones o esperas fastidiosas. No por nada estoy por abandonar mi trabajo.
Son las 8:52. Acaban de llegar a la vez mi cita de las 8:00 y mi cita de las 9:00. Interrumpo esto para batear a la primera y atender a la segunda.
2 comentarios:
Fijate que en mi caso soy la mujer mas impuntual que te puedas imaginar... cañon! es un mal con el que no puedo luchar aún, es como una plaga que me invade! jaja bueno, exagere! jeje pero la verdad si soy impuntual. Lo cierto es, que me molesta que a mi me dejen esperando, como me choca esta esperando a alguien, es por ello que digo:
"por eso soy inpuntual, por que me gusta llegar en el momento preciso, justo cuando todo se empieza a poner bueno".. digamos que.. evitamos escuchar la letania del protocolo jijiji... te mando un abrazooooote.. besos!
Completa y absolutamente de acuerdo. La impuntualidad es algo que no tolero.
He intentado todos los remedios para lograr que la gente sea puntual (ya los debes conocer: citar media hora antes y ese tipo de cosas) pero nada parece funcionar.
Parece mentira, no uso reloj y soy más puntual que la mayoría de mis amigos que andan cargando con sus cuentatiempos amarrados a la muñeca.
¡Un puntual abrazo!
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