Sin palabras. Así ando. ¿Existe una palabra para describir esta condición? No, no una frase: una palabra. Busco un adjetivo, está claro. Y no dudo que exista, pero en congruencia con el estado que lamento, no la encuentro. Como tampoco encuentro las que necesito para contar tantas cosas. Pasa esto, pasa aquello, y me digo siempre: "Voy a escribir algo acerca de esto" o "de aquello". Pero cuando el momento llega... nada: las palabras se escabullen y me dejan ahí, solo, perdido, abandonado (evocando a Manon Lescaut, quizá justamente porque no encuentro palabras mías).
Cierto: he tenido mucho trabajo. O me lo he inventado y me lo he creído. Da lo mismo. El hecho es que mi cuerpo y mi espíritu terminan cada jornada en un estado de agotamiento que no alcanzo siquiera a pensar con claridad. Trazo algunos garabatos, leo lo que otros comentan por aquí o por allá, y me quedo dormido para despertar cinco horas después a reiniciar el bucle en el que llevo atrapado varios días. (Con dignas excepciones los fines de semana, es verdad. Pero son excepciones tan intensas que termino refugiándome en ellas igual que en el trabajo, dejando de lado eso que palpita en un rincón intangible de mi alma.)
En fin. Son tantos los temas que he querido compartir acá (o en alguna otra libreta, de papel o digital), que pronto los he ido olvidando. Regresan a veces, a recriminarme que no les haya dedicado siquiera un par de párrafos. Están ahí muchas lecturas (en particular dos libros de Guadalupe Nettel), muchas películas (destacando las más recientes de Woody Allen y Christopher Nolan), mucho teatro (de todo género), mucha música (aquí la lista parece infinita...). Está, por supuesto, la impresionante función de ópera, el pasado domingo, en mi refugio espiritual de esta ciudad zapatera. Y hay tanto que decir de esa bohemia, que sin las palabras que me parece incluso indigno mencionarla en este soliloquio que parece trasnochado y que escribo en este paréntesis que he abierto antes del ocaso... Porque con la oscuridad llegan las ansias de escribir, pero se acentúa la ausencia de palabras. Y no tarda en anochecer.
Espero, pues, volver pronto. Recuperar las palabras. Recuperar lo que prometí al inicio de este año. Porque esa promesa es una deuda conmigo que se vuelve implacable cada vez con más frecuencia. Cada vez con más fuerza.
1 comentario:
Trágicamente he sido víctima de mi crisis , atribuyendo a Tosca palabras de Manon Lescaut. El colmo es que en este celular desde el que me recrimino no me permite corregir la errata. Tragedia, ya les digo.
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