Me ha costado muchos días concentrarme y dedicar unos minutos a redactar el "mensaje del Director" para el boletín de este mes en el Colegio. Después de postergar el asunto por días, me he decidido y convocado a la inspiración vía Twitter. Primero M me dio un empujó y, con sus provocaciones, pensé en La Resistencia, de Sabato, ese texto que siempre me salva cuando no sé qué decir. Luego un amigo compartió conmigo un correo donde se hacía referencia a Simone Weil, una mujer cuya obra conocí hace un par de años y que, si bien no he podido explorar como quisiera, me cautivó desde el primer momento. Las dos chispas sirvieron para producir el par de párrafos que estoy enviando para la portada del mentado boletín mensual. Igual es una simpleza, pero escribirlo me hizo recuperar algo que no debería olvidar: el poder de la atención en medio del vértigo. Aquí el texto.
Uno mira alrededor y comprueba, con cierto dolor, que vivimos en medio del vértigo: todo sucede demasiado rápido y con una saturación de estímulos que hace difícil distinguir lo que realmente importa. Nos estamos acostumbrando a pasar por la vida sin preguntarnos por el sentido de las cosas y aceptando como absoluto lo que los demás dicen que debe ser importante. Nos dejamos llenar la cabeza por un sinfín de mensajes que recibimos por diversos medios y olvidamos formular nuestras propias preguntas. En pocas palabras, el vértigo nos impide poner atención en el entorno, en los demás y en nosotros mismos.
Una joven filósofa francesa, Simone Weil, afirmaba hacia mediados del siglo XX que “la atención debería ser el único objetivo de la educación”. Me costó trabajo entender la profundidad de una idea tan simple en apariencia. Poner atención exige una cierta forma de mirar. Y es que la mirada atenta, consideraba Simone Weil, es una forma de ejercitar la inteligencia, pero también es la vía para acceder a lo verdadero, a lo bello y a lo bueno.
En un mundo dominado por el vértigo es difícil poner atención. Hace unos años el escritor argentino Ernesto Sabato publicó un libro que, con una inusual mezcla de sencillez y profundidad, explora algunas ideas que invitan a recuperar ciertos valores que, en el mundo vertiginoso que vivimos, es fácil pasar por alto. De ese libro, titulado La Resistencia, recuperamos algunos fragmentos que describen, por ejemplo, la forma en que la televisión suele arrebatarnos esa capacidad de poner atención. Sabato invita a resistir ante ello y propone recuperar nuestros sentidos para apreciar la belleza que nos rodea.
Les invitamos a aprovechar estos días buscando en familia nuevas oportunidades para atender los milagros que nos rodean y, de esa manera, recuperar el sentido que a veces parece perdido en medio de tanto ruido.
Al pie. Una cosa más. Para el quijote que trajo a mi cabeza hoy las palabras de Simone Weil, mi profundo agradecimiento. Nunca nos hemos visto. En cierto modo somos un par de avatares virtuales en Twitter. Pero a lo largo de un año en esa red social he comprobado que un par de gestos —incluso en ese mundo de bits— son suficientes para saber que uno trata con gente valiosa. Esos mismos gestos alcanzan para quererles y considerarles auténticos amigos.
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