Se me acaba la semana y tengo una deuda importante; no quiero dejarla pasar. Contaba recién mi escapada al teatro: mi primera incursión en una actividad del Festival Cervantino, que celebra en León parte de su programación.
La obra: Sin Sangre. Adaptación y montaje de la compañía chilena TeatroCinema a partir de una novela del italiano Alesandro Baricco. Aunque suene a lugar común, creo que las palabras no alcanzan para describir lo que estos impresionantes creadores logran generar sobre el escenario. Como bien anticipa el nombre del grupo, se trata de un extraño cruce entre el lenguaje teatral y el cinematográfico, de una calidad y precisión técnicas inusuales. Extraordinarias, impecables, para decirlo claramente.
En el sitio de internet de TeatroCinema puede apreciarse un breve trailer de la producción; también en YouTube pueden verse algunos fragmentos, como el que inserto al pie de esta entrada. No se trata de una edición que agregue efectos digitales o imágenes logradas con procesos de post-producción. No. Lo que se ve en los videos es lo que se ve en el teatro. Así de simple. Así de contundente. Por momentos uno no sabe si está viendo una película o si realmente se trata de gente que interpreta en vivo, en tiempo real, una desgarradora historia tan estremecedora como universal.
100 minutos non-stop de magistral trabajo escénico, con una escenografía 90% digital que, aprovechando un juego de proyecciones 2D sobre dos planos, construye un mundo con el que los personajes interaccionan como salidos de un carrete de celuloide. Al final, uno tiende a reaccionar como si hubiese acabado la proyección de un film. Pero entre el desenlace y los créditos (que también corren sobre la pantalla mientras los espectadores abandonan la sala), la presencia de los actores para sus caravanas finales nos recuerda que se trataba de otra cosa. Que ahí estaban ellos todo el tiempo. Que eso que hemos contemplado no podrá venderse en DVD o Blue-Ray. Que hemos sido testigos de algo que no se repetirá igual nunca más. Que hemos visto teatro. Efímero y auténtico. Como solo puede ser el teatro de verdad.
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