domingo, 30 de agosto de 2009

Presiones y coincidencias

Soy vecino de este mundo por un rato
y hoy coincide que también tú estás aquí
Alberto Escobar

Sólo algunos apuntes, que el tiempo me está devorando. Ya lo venía advirtiendo: no dimensioné algunas cosas y la presión desde diferentes ámbitos comienza a potenciarse. Llevo ya un par de semanas viviendo aquí y allá. Cada vez la estancia es más corta aquí, y más prolongada en el Bajío, donde está mi nuevo trabajo. En unas horas estaré, Dios mediante, nuevamente camino a una ciudad que todavía no termino de descifrar, pero a la que debo paulatinamente irme adaptando. Lo cierto es que, por ahora, es como vivir en muchos lugares a la vez. Porque el corazón, la razón, la necesidad, poco saben de geografías o de cuestiones laborales. Parte de la presión deriva de la mudanza en sí misma, correcto; pero está también el todavía inacabado texto que debo enviar en unos días a Barcelona para después viajar en su defensa. Y está, por supuesto, la incertidumbre que en otros ámbitos queda abierta. No he tenido siquiera oportunidad de transmitir mi mudanza a mucha gente que quiero y quiero bien. Familia, amigos. Y aún así llevo ya dos semanas prácticamente en mis nuevas responsabilidades. Algunos cuantos, acaso, se han ido enterando por mis ambiguas referencias en este espacio, otros por mis breves divagaciones en Facebook o en Twitter. Espero en el transcurso de la semana darme tiempo para redactar un correo donde las cosas sean más claras, más precisas, y pueda así compartir las nuevas con tantos.

Por lo pronto, aprovechando este paréntesis en el estrés, no puedo dejar de referirme al reencuentro del que participé este fin de semana. Hace justamente una década que concluimos nuestra licenciatura. Generación LCC 1999. Quiso la vida que a lo largo de los últimos días pudieran reunirse parte de quienes durante un lustro compartimos aulas, risas, lágrimas, éxitos y tropiezos. El décimo aniversario no era el motivo. Fueron simplemente una serie de eventos que coincidieron e hicieron posible esa cadena de pequeños encuentros. Afortunadamente pude ser partícipe de un par de ellos. Me faltó encontrarme con algunos, pero no dudo que pronto surja la oportunidad de saldar esas deudas. Por lo pronto, agradezco infinitamente la oportunidad de seguirme descubriendo y conociendo en la mirada de quienes por alguna u otra razón han sido parte de mi vida.

jueves, 20 de agosto de 2009

Cambios

Nada más publicar en este espacio algunas notas sobre la incertidumbre laboral, y fue cosa de horas para poner orden en mis ideas y empezar a tomar decisiones. Al final, como debía ser desde el inicio, todo fue cosa de instinto. Varias semanas dejé que la racionalidad hiciera de las suyas. Y no niego que entre razonamientos y valoraciones, permití que se colaran también algunos anhelos pendientes que, al menos por un rato, seguirán estando en esas condiciones. Lo cierto es que no tardé en darme cuenta de que uno no puede estar escondiéndose del destino por mucho tiempo. Hay cosas que por alguna razón están ahí para uno y más vale que uno se dé cuenta.

Decía, pues, que llegaron las decisiones. He pasado día y medio compartiendo en voz alta lo que viene. Quizá para escucharme a mí mismo decirlo y ver si así termino de comprender el alcance de una decisión que, me parece, representa uno de los cambios más significativos de mi vida por las implicaciones que de esto derivan. He dicho hoy varias veces que estoy entusiasmado por haber tomado la decisión correcta. Y la tercera o cuarta vez que lo dije, me di cuenta de que estaba siendo impreciso... En todo caso tomé una decisión correcta. No necesariamente la decisión. Porque aunque el destino termina por alcanzarlo a uno, las formas que puede tomar para hacer de las suyas son sin duda diversas.

Estoy entusiasmado. Pero también con una presión que no había dimensionado. Ayer me di cuenta de que en muchas cuestiones estoy contra reloj. Que las cuentas regresivas no se han detenido mientras me dedicaba a explorar el futuro y mi interior. En tres semanas y fracción estaré viajando a Barcelona. Y unos días antes deberá estar enviado un trabajo que aún no concluyo y que más vale termine pronto. Porque vienen días de agenda llena. Lo sé, he dicho mucho y no he dicho lo que está en el centro de este remolino: tengo una nueva tarea profesional que cumplir... esta vez fuera de la Ciudad de México. Los detalles, poco a poco.

sábado, 15 de agosto de 2009

Apuntes sonoros

Aquí sigo. Con el blog nuevamente empolvándose, pero aquí sigo. Con las ideas procesándose a mil por hora, pero con la conexión entre ideas y palabras un tanto trabada. Al ritmo que voy, este mes terminará generando un nuevo récord mínimo de entradas publicadas, a menos que me ponga las pilas y en serio.

Lo paradójico es que este lapso poco fértil en el blog coincide con mi primer periodo como desempleado en mucho tiempo. Cierto, en sentido estricto no estoy desempleado del todo (ahí está el módulo que imparto los fines de semana y que refería en la entrada más reciente). Y cierto es también que mientras estuve en Barcelona pasé al menos los primeros meses catalogado como parte de las filas del paro. Pero de alguna manera las dos últimas semanas han sido distintas, particularmente por la coincidencia de dos variables: la inmensa incertidumbre en torno al panorama laboral en el corto plazo y un buen número de contactos en diferentes ámbitos y con diferentes alcances, con miras a generar nuevas oportunidades de empleo.

En medio de este escenario, he aprovechado para ponerme a mano con una que otra lectura y una que otra película de mis célebres listas de espera. Y también para empezar a navegar un nuevo mundo de tentaciones llamado iTunes Store México. ¿Por dónde empiezo a contar?

Hace un par de semanas se inauguró la versión para México de la tienda digital de música más grande del planeta. Y, ya se imaginarán quienes me conocen, no tardé en abrir la cuenta. El hecho es arriesgado desde donde se mire, pero más estando la situación financiera y laboral de un servidor en las circunstancias actuales. El caso es que me dije, ¿por qué no experimentar? Si ya ordinariamente entrar a una tienda de discos representa una amenaza para mis bolsillos, imagine ahora usted una tienda donde los inventarios son casi infinitos. El catálogo puede no serlo —todavía— pero las existencias de aquello que se incluye, no se agotan.

Ahí me tienen, navegando en busca de una que otra ganga. Esos fueron mis primeros pecados. Pero de pronto se ilumino mi cerebro: ¿por qué no, en vez de buscar novedades u ofertas, te pones Ernesto a buscar eso que nunca encuentras físicamente en las tiendas de discos o eso que, de aparecer por ahí en los anaqueles, te cuesta un ojo de la cara? Cierto, muchas cosas podrán no conseguirse. Pero las que están bastan y sobran para tenerlo a uno con la ansiedad de comprar o no cierto material. Una cosa es cierta, a diferencia de lo que sucede cuando uno encuentra el disco físicamente en la tienda, aquí uno podría postergar la compra pues no necesariamente le van a arrebatar a uno el hallazgo. Y, sin embargo, la comodidad, la posibilidad de acceder al producto con un par de clicks, resulta extremadamente provocadora.

El reto es hoy el autocontrol, si no quiero acabar con el agua hasta el cuello. Sólo pido comprensión. Y para que se compadezcan de este melómano comprador compulsivo, platico dos de mis adquisiciones de la semana (mismas que materialmente serían impensables o significativamente más costosas en el mundo de los átomos). Se trata de las bandas sonoras de dos películas que vi mientras estuve en España y que inútilmente busqué durante meses.

Primero, la música de Nocturna, una película animada producida por un estudio catalán. La cinta es un encanto reforzado por una mágica partitura que, hasta donde mis pesquisas me permitieron averiguar, no se ha editado ni siquiera en España. Pero iTunes tiene en su tienda para México la edición francesa de la banda sonora. Un sueño.

El segundo caso pertenece a una película argentina que reseñé en su momento, La Antena. Gracias a las amables diligencias de A, mi querida sobrina postiza, quien viajó al cono sur hace unos meses, me hice de la peli en DVD... y torpemente no pensé en encargarle el soundtrack. Pero, oh maravilla, iTunes lo puso a mi alcance, al igual que en el caso anterior, por un precio que difícilmente hubiese encontrado en caso de conseguir aquí alguna edición importada.

Aquí una muestra de cada caso, a través de los trailers de las pelis en cuestión.



viernes, 7 de agosto de 2009

Varia

Se ha ido la semana y yo sin cumplir mis compromisos en este espacio. Sé que esto no le quita el sueño a nadie, pero confieso que me enoja un poco conmigo mismo. Porque en cierto modo el abandono es reflejo de una desidia que me incomoda; este pequeño territorio virtual se ha venido convirtiendo en representación de mí mismo a tal modo que descuidarlo ejemplifica en buena medida el olvido del que soy.

Ya decía en la entrada anterior que mi ausencia no está relacionada con la falta de ideas. En buena medida ha sido al contrario. Y ahora, nada más llegar y abrir una nueva entrada, es polemizar conmigo sobre qué ha de entrar hoy y qué puede esperar a mi próxima visita. Esta tarde tengo poco tiempo para divagar aquí, pero aprovecho que ya empecé para soltar entonces algunos apuntes varios.
  • En los últimos días el Gobierno de la Ciudad de México ha estado inaugurando nuevas rutas y modalidades en la red de transporte colectivo. Algunas de esas decisiones me han entusiasmado, al menos de inicio, por una razón: avanzar en ese ámbito es generar posibilidades en muchos otros para una ciudad que vive en el caos permanente y donde muchos invertimos largas horas para trasladarnos de un lugar a otro. El tema tiene que ver con vialidad, sí, pero también con medio ambiente, con corrupción, con respeto de la legalidad, con educación. Los intentos de las autoridades son insuficientes, por supuesto, pero casi cualquier cosa que se haga en el escenario actual lo es. La clave para que esto tenga futuro y abra realmente nuevos escenarios, está en nuestras manos. Las nuevas rutas expreso y los transportes eléctricos suponen paralelamente la construcción de una cultura vial distinta para los usuarios de estos medios. En la medida que demos preferencia a estas alternativas, perderán peso específico las opciones desordenadas. Como en tantos otros temas, es cuestión de dejar sentir el peso real de los ciudadanos.
  • Después de un par de semanas de lectura intermitente terminé de leer La Catedral del Mar, de Idelfonso Falcones. Ya muchos me habían señalado que era casi una herejía no haber leído esa novela después de vivir más de un año en Barcelona. Y reconozco que tenían razón. No por los méritos literarios de la obra, que sin duda pueden ser cuestionables. Pero sí por su reconstrucción de una atmósfera que por muchas razones me resultó entrañable. La iglesia de Santa María del Mar, en el barrio gótico de Barcelona, tiene sin duda un poder especial sobre mí. Lo tuvo desde la primera vez. Cada ocasión que tuve oportunidad de pasear amigos o familiares en plan de turista, ese templo tenía que estar en la ruta. En su interior pasé varias tardes. Y de cara a su altar viví el inicio de algunas de las transformaciones que todavía operan en mí. La historia de Arnau Estanyol es una telenovela, sin duda. Pero eso no le resta poder a las experiencias que evocó en mi interior. Dios mediante, en poco más de un mes estaré viajando nuevamente a Barcelona. Y, una vez en tierras catalanas, sin duda una jornada estará dedicada a recorre los escenarios donde Arnau se transformó una y otra vez, sin dejar de ser él mismo.
  • Tiene un buen rato que no voy al cine. Pero ese déficit ha sido cubierto con una buena dosis de cine en casa y unas cuantas salidas al teatro. La única salida reciente a una sala cinematográfica fue hace una semana a la Cineteca Nacional, para presenciar la proyección de un clásico del expresionismo alemán, Metrópolis, musicalizado en vivo por Yokozuna. El recinto era un hervidero de gente, pero la inmensa fila y la lucha por una butaca bien valieron la pena. Metrópolis ha sido siempre una de mis películas favoritas. La proyección utilizó la versión más limpia y completa disponible hasta ahora (editada en DVD por KinoVideo). Una joya por un sinfín de razones. Verla por primera vez en una pantalla de cine fue muy poderoso. Si no me canso de verla es porque siempre resulta una experiencia nueva en donde las conexiones con las incontables herencias que Fritz Lang legó al cine que hoy tanto maravilla a los espectadores del séptimo arte. Por un momento, me puse a imaginar cuántas películas de nuestros días están en deuda —algunas con plena consciencia, otras sin siquiera imaginarlo— con el maestro del cine alemán —como con tantos otros, claro está—.
  • Entre pelis en video, funciones de teatro, lecturas... y crisis laborales. La crisis vocacional sobre la que inútilmente he intentado explayarme aquí, está cruzándose ya con vaivenes inesperados en mis proyectos profesionales. El futuro es incierto. Pero en medio de la incertidumbre, una que otra roca para no quedar a la deriva. Por lo pronto, los viernes por la noche y sábados por la mañana estoy impartiendo una asignatura en el programa de Maestría de Ciencias de la Educación para directivos de la Universidad ICEL. Como siempre, toparse con un grupo demandante y exigente es uno de los mejores incentivos para quienes nos gusta esto de la docencia. Y en el marco de tantas decepciones, las sesiones están resultando un oasis en el desierto.