martes, 25 de noviembre de 2008

De vuelta

Fueron largas pero vertiginosas e intensas horas de viaje. En mis planes estaba dormir al menos la mitad del vuelo Ámsterdam-Ciudad de México. Pero entre las provocaciones fílmicas de KLM, las tentaciones literarias que cargaba yo en la mochila, las bellísimas imágenes que me acompañaron a través de la ventanilla y la acumulación de tantas y tantas reflexiones, el ingenuo plan se vio felizmente frustrado. No dormí más de una hora en cada uno de los dos tramos recorridos. Poco importó no haber cerrado los ojos tampoco de domingo a lunes, intercambiando el sueño por una última velada en buena compañía.  

Y al fin, todo fue llegar y en segundos comenzar a reconocer nuevamente el territorio. Empezando por el estómago. Cenar unos deliciosos tacos al pastor y luego en casa un poco del delicioso pastel de elote que M había preparado. Y de ahí a dormir un rato. Para despertar tranquilamente hoy pasadas las 5 de la mañana y estar puntual en el colegio, como parte de este complicado pero apasionante proceso de “volver a la realidad”. Cargo un poco de cansancio, sin duda. Pero estoy de vuelta.

Aunque quizá no del todo todavía. Pido tiempo. Para observar. Para escuchar. Para atender. Quizá también un poco para hablar. Pero esto solo un poco. Por ahora, prefiero que hablen las miradas. Los silencios. Y algunas líneas aquí, en esto que me inventé sin saber cómo ni por qué, y que tú has ayudado a construir. En esto que de algún modo constituye el puente que enlaza al que fui, al que he sido y al que estoy recuperando con el que aspiro a ser. 

Porque, si bien tengo claro que no será sencillo dedicarle a este espacio el tiempo que le he dedicado en los meses previos, sé bien que no quiero descuidarlo, pues es una extraordinaria manera de no descuidarme a mí mismo.

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